El Ayuntamiento de Xixona proyecta la rehabilitación del Castillo para frenar el deterioro de esta atalaya del siglo XIII y hacerla visitable. Para ello ha presentado ante el Ministerio de Fomento un estudio arqueológico sobre la intervención que se propone, que alcanza los 663.851 euros, para optar a unas ayudas estatales destinadas a Bienes de Interés Cultural (BIC). Al mismo tiempo el pleno se ha comprometido a financiar el resto de la actuación necesaria, todo para poner en valor una fortaleza que fue un elemento clave en la defensa del Reino de València pero donde no se ha realizado ninguna intervención desde los años 70 del pasado siglo.

El Consistorio ha solicitado una ayuda por importe total de 464.696 euros que haría posible llevar a cabo los trabajos de restauración de la Torre Grossa y la alcazaba, además de la adecuación de sendas peatonales en el Castillo. La subvención se incluye dentro de la convocatoria de ayudas del Ministerio dentro del «Programa 1,5% cultural», que establece la obligación de destinar a la conservación del patrimonio histórico de ese mismo porcentaje en los contratos de obras públicas. Su destino deben ser BICs y el Ayuntamiento aportaría 200.000 euros.

El proyecto se divide en dos fases: la primera, cuya ejecución se prevé para 2018 y tiene un coste de 81.340 euros, consiste en la restauración de la Torre Grossa. La segunda parte se llevaría a cabo en 2019 y recoge los trabajos de reconstrucción de los muros perimetrales de la alcazaba, además del tratamiento de las sendas peatonales. El coste de esta fase ascienden a 582.500 euros.

La alcaldesa Isabel López recordó la importancia que tiene para los xixonencs poder realizar este proyecto, ya que «el castillo está declarado BIC y es para nosotros el símbolo arquitectónico e histórico más importante de la localidad, y es necesario ponerlo en valor y evitar que se deteriore más».

Así mismo, López destacó que la actuación prevista será «absolutamente respetuosa con los restos que quedan y también reversible, lo que significa que podrá ser desmontada con sencillez si, en el futuro, se descubrieran nuevos datos en relación al aspecto primitivo de la torre y la alcazaba». La obra contempla utilizar materiales diferentes que permitan la identificación entre los trabajos de reconstrucción y restauración y la base original.

De cualquier forma, López señaló que si no se logra la subvención del Ministerio, se tratará de buscar otras ayudas, ya que el Consistorio requiere de la colaboración de otras administraciones para poder afrontar una inversión de este calado y además la Corporación tiene también otras necesidades. De todas formas, si no se logra ayuda alguna, el Ayuntamiento está dispuesto a realizar una intervención aunque más modesta, que podría ser restaurar de momento solo la Torre Grossa.

En el caso de la Torre Grossa, solo se conservan tres de sus cuatro caras, por lo que el proyecto contempla la consolidación de los tres muros y la reconstrucción del que falta utilizando hierro corten, un material que se oxida rápido adquiriendo un aspecto rojizo y una textura rugosa. Así mismo, en el muro de poniente se abrirá un acceso al interior y un hueco para iluminar el interior a la altura del pavimento del antiguo piso superior, al que se podrá acceder gracias a una escalera metálica situada en la parte exterior de la torre. Además, en el interior se realizará una pasarela a modo de balcón elevado.

Torre del Homenaje

En el caso de la alcazaba, las actuaciones previstas consisten, por un lado, en desescombrar y excavar con técnicas arqueológicas para poder realizar un recrecido de los muros perimetrales del recinto y, por otro, en el establecimiento de las tres torres que existían originariamente, marcando la importancia de la torre del homenaje, situada en la posición central y de mayor altura. También se colocarán defensas de protección que insinúan el trazado de las murallas y evitarán riesgos a los visitantes debido a la falta de terreno natural en algunas zonas.

En el cuerpo de la torre del homenaje se colocará una escalera de caracol que permitirá ascender a la plataforma superior desde donde se podrá contemplar la totalidad del recinto amurallado y el paisaje que lo rodea. De la misma manera y aprovechando la existencia de sendas peatonales, el proyecto contempla su tratamiento mediante la instalación de plataformas que facilitarán el tránsito peatonal de manera segura y sin dañar las laderas.

La última intervención en esta atalaya fue en los años 70, cuando la Sección Local de los Amigos de los Castillos realizó unas obras de escasa envergadura en la Torre Grossa, según relatan los arquitectos Màrius Bevià y Jaime Giner en el libro Xixona, Clau del Regne. Estos expertos señalan que si bien la obra «no fue muy acertada desde el punto de vista estético, sí que logró paralizar un posible proceso de ruina de esta torre, siendo reversibles las actuaciones realizadas».

Origen islámico y frontera

La fortificación se debe a los almohades, que la edificaron entre finales del siglo XII e inicios del siglo XIII. Tras la reconquista cristiana del siglo XIII, se levantó el recinto principal y la muralla, debido al carácter de histórica frontera de Xixona, que desde el Tratado de Almizra en 1244, fue el límite de la Corona de Aragón con la de Castilla hasta el 1304, momento en que las conquistas de Jaume II sumaron al reino las poblaciones del sur de la provincia. Hasta esa fecha fue un elemento clave en la defensa de la frontera del Reino de Valencia.

La importancia de la atalaya, desde la que es visible el Castillo de Santa Bárbara de Alicante, fue poco a poco languideciendo a lo largo de la Edad Media. Durante la Guerra de Sucesión sirvió como refugio a los xixonencs que apoyaban la causa del Felipe V. Así fue asaltado por las tropas austracistas, que prácticamente lo destruyeron. En 1708 pasó a ser propiedad de los xixonencs por privilegio real, concedido por Felipe V. Ahora, esta atalaya podría por fin salir de un olvido que dura ya siglos si cuaja el proyecto de rehabilitación.