Frenar el deterioro del palacete modernista de Villa Marco, reformarlo y darle un uso. El cuatripartito de El Campello se ha fijado como uno de sus objetivos la puesta en valor y apertura de este singular inmueble de propiedad municipal de 1899, y está dando los primeros pasos para llevarlo a cabo.

Para ello, se ha solicitado a un arquitecto municipal un informe sobre su situación actual, su posible rehabilitación y sus usos, que ya se ha finalizado y que marca el camino a seguir. El siguiente paso va a ser encargar en breve a un arquitecto experto en rehabilitaciones un estudio especial que detalle el estado del palacete, las obras a realizar y su coste, así como proponer diferentes posibilidades en cuanto a usos públicos.

El edil de Patrimonio, Pepe Varó (PSOE), explicó que «es una prioridad frenar el deterioro que sufre el palacete, que está cerrado y cuyo estado exacto desconocemos». El informe realizado por un arquitecto municipal recuerda que la finca y el palacete constituyen un patrimonio relevante para El Campello, situado en la zona de Fabraquer, un área de expansión de Muchavista que favorece su consolidación como foco de actividades culturales, pero resulta imprescindible acometer su rehabilitación para lograrlo.

Para dar inicio al proyecto de reforma, se requiere encargar un estudio especial sobre usos y para valorar su rehabilitación y acondicionamiento, que se va a elaborar en los próximos tres meses. Este trabajo lo va a llevar a cabo un arquitecto experto en este tipo de reformas, y además se quiere que proponga posibles usos para el inmueble, que pueden ser de carácter institucional, museístico, docente, para eventos... Varó señaló que con este estudio, que establecerá el coste de la intervención y los destinos del palacete, se podrá trabajar para buscar ayudas y establecer una hoja de ruta para recuperar el palacete, aunque señala que no se plantean plazos por ahora, ya que estos en buena medida saldrán del estudio.

Varó agregó que es prioritario que se tenga en cuanta en cuanto a los usos a dar al palacete que se trata de un bien público y que el coste de mantenimiento sea bajo.

En esta finca se realizan actualmente visitas guiadas, visitas teatralizadas y conciertos, y también se ubica allí el vivero municipal de flores y plantas. Pero solo se usa el exterior, sus jardines de inspiración versallesca, mientras que su palacete modernista se mantiene cerrado a cal y canto, pese a que a principios de la pasada década se realizó allí, durante varios años, un taller de empleo que tenía como objetivo formar a desempleados y aprovechar su trabajo para realizar reformas en su interior.

Además, en 2008 el Ayuntamiento realizó una intervención de urgencia que se centró en los cerramientos de puertas y ventanas y en las cubiertas para frenar su deterioro, y en 2013 se restauró el porche tras registrarse un desprendimiento en la zona de las escalinatas que obligó a apuntalar una parte. Igualmente en 2014 se acondicionaron las fachadas de la casa del guarda y la ermita, así como el muro y el vallado perimetral, para recuperar su imagen original, y se reconstruyó el acceso de carruajes.

Estilo colonial

El palacete, levantado en 1899, se enclava dentro de la finca rústica Villa Marco, que data de mediados del siglo XIX y tuvo gran importancia en la zona agrícola de la Huerta de Alicante. A principios del siglo XX adquirió carácter residencial y su entonces propietario, René Bardin, la dotó de un estilo modernista con curiosas influencias del arte colonial francés que la diferencian del resto de fincas que aún se conservan en la comarca.

Además, sus bellos jardines de inspiración versallesca fueron creados a principios del siglo XX bajo los auspicios de René Bardin, padre del que sería cónsul honorario de Francia en Alicante, dueño de la finca en aquel entonces. Convenientemente cuidados a lo largo de su historia, han sufrido modificaciones respetando sin embargo su morfología original. La zona ajardinada rodea la casa surcada por varios paseos flanqueados por copas y jarrones de estilo clasicista. El jardín puede dividirse en cinco zonas y además alberga dos esculturas del artista alicantino Vicente Bañuls: La Noche y La Marsellesa.