No serán ni tres ni cinco millones de euros como se estimó que costaría. La obra del pabellón deportivo que los sanvicenteros votaron en los presupuestos participativos está valorada en 6,5 millones de euros según el anteproyecto encargado por la Concejalía de Urbanismo elaborado por dos arquitectos sanvicenteros bajo la dirección de la arquitecta municipal, según los parámetros de la Concejalía de Deportes. Supera en tres millones la previsión más modesta que hizo el Ayuntamiento y en uno y medio la más elevada
Y el modelo de pabellón polideportivo y su futuro coste han vuelto a contraponer dos modos de entender las inversiones, puesto que la concejal de Urbanismo, Mariló Jordá, advierte de que el anteproyecto traspasa con creces el montante previsto para esta instalación que, apunta, debe de ser algo más modesta y, sobre todo, evitar duplicar actividades y deportes que se practican en las instalaciones cercanas.
El grupo municipal socialista que ha impulsado este proyecto desde sus inicios está orgulloso del anteproyecto. El concejal de Deportes, José Luis Lorenzo, señalaba que el nuevo pabellón recoge las necesidades que San Vicente del Raspeig tiene en materia deportiva. El edificio cuenta con una pista central con tres canchas en las que se podrán disputar tres partidos de forma simultánea. También ponía énfasis en que contará con un edificio anexo para la práctica de gimnasia rítmica.
«No es un pabellón desmesurado, es práctico y se aleja de otros caros como el de La Nucía y tampoco se acerca a otros de poblaciones con menos de 5.000 habitantes», puntualizaba el concejal, a sabiendas de que dentro del propio equipo de gobierno hay voces críticas contra este proyecto que consideran desproporcionado. Y advertía de que «este anteproyecto técnico se considera como un todo y no vamos a trocearlo».
«No estará en 2018»
Por su parte, la concejal de Urbanismo considera que el proyecto sí debe de replantearse y reducirse, tanto para bajar el coste como para no duplicar actividades deportivas que se desarrollan en las inmediaciones, como el velódromo, y oficinas y despachos que cree que no son necesarios. Jordá advierte de que el dinero «hay que sacarlo de algún lado» y añade que no podrá estar en 2018 porque técnica y materialmente es imposible. «Quiero un edificio que dé servicio público deportivo» y advertía «tenemos dos pabellones, a ver si ahora vamos a abandonar el otro».
