Nadie sospechó de aquel Ford Fiesta que se encontraba abandonado sobre la acera, frente a la casa cuartel tras chocar contra la pared del Banco de Valencia. Era lunes y eran las 8.45 horas. Se dio entonces aviso a la grúa de Francisco Cebrián, un vecino que asumía el servicio, para que lo retirara. Al llegar se encontró a dos agentes que realizaban una inspección ocular. Enganchó el turismo para remolcarlo, no más de 300 metros, hasta el depósito, situado en la avenida de Carlos Soler. Cuando entraba allí, de forma súbita, los 50 kilos de amonal explotaron. Fallecieron los 3 y la deflagración casó treinta heridos; entre ellos, un bebé de un mes. La onda expansiva dejó todos los establecimientos de la zona prácticamente destrozados, así como los vehículos estacionados en la vía pública. Los agentes encontraron metralla en el Paseo de la Constitución para lo cual tuvieron que pasar por encima de una manzana entera de edificios.

Idoia López Riaño, más conocida como «La Tigresa», la etarra más sanguinaria, fue condenada por aquel atentado. Sobre sus espaldas caen 23 asesinatos -aunque sólo reconoció en los juicios dos- cuando era miembro de los comandos Oker, Ekaitz y Madrid;entre ellos el de la Plaza de la República Dominicana, en Madrid, que costó la vida a doce guardias civiles. Fue detenida en 1994. En 2010 se benefició de un traslado a la prisión alavesa de Nanclares de Oca. Cumple condena por más de 1.200 años de cárcel. El permiso lo podrá disfrutar en el municipio de Rentería (Guipúzcoa) donde no podrá coincidir con familiares de ninguna de sus víctimas, según la Audiencia Nacional.