Ruidos y gritos hasta altas horas de la madrugada, suciedad en los portales, interruptores arrancados o cristales rotos son algunas de las molestias que tienen que soportar los vecinos del bloque 15 de Santa Isabel. La llegada de familias que han forzado las puertas de pisos vacíos, propiedad de los bancos, está deteriorando la convivencia en este barrio debido a que, según denuncian los afectados, además de ocupar los pisos, «engancharse a la luz» y no pagar recibos de comunidad, tampoco respetan las normas básicas de convivencia.

Aunque la presencia de «okupas» afecta también a otros bloques, la peor situación se vive en el bloque 15, donde residían personas relacionadas con el tiroteo ocurrido el pasado mes de julio.

«Yo me he tenido que buscar otro piso porque aquí no se puede vivir por los ruidos y las peleas que se producen por las noches. Es insoportable. El otro día tuvo que venir la Policía porque había un hombre pegando a su mujer», relata una vecina del barrio.

Otro afectado denuncia que los intrusos «están destrozando todo y causándonos gastos que no vamos a poder costear». En su caso afirma que incluso se siente afectado psicológicamente. «Me está causando crisis de ansiedad y hasta problemas con mi pareja, que quiere marcharse», cuenta este hombre que define la situación como «un infierno».

Un cartel colgado en una de las escaleras donde pidiendo «No tirar mierda a la portería» da una idea del ambiente que se respira allí. En este edificio que la Generalitat rehabilitó hace sólo unos años el suelo está ennegrecido, hay interruptores, timbres y luces arrancados y el cristal de la puerta de acceso está resquebrajado.

«Es gente muy escandalosa que saca el perro a las doce de la noche armando mucho ruido, ponen mesas y sillas en la puerta de la calle y se quedan hablando hasta altas horas de la noche», es otra de los relatos vecinales. En resumen, «no tienen educación ni modales».

Aunque afirman que la Policía Local patrulla por las calles, los vecinos piden más responsabilidad a los bancos con sus propiedades. «Si cuando hay una queja, tabicasen la puerta de la vivienda, esto no pasaría problema», indican los vecinos que, además, explican la situación en la que viven con temor y sin querer que se conozcan sus nombres por temor a sufrir represalias.