Las escasas o nulas esperanzas de que la Generalitat acometa a corto plazo la reforma integral del Instituto de Formación Profesional Canastell, valorada en siete millones de euros, ha obligado al centro ha llevar a cabo una nueva fase de obras, gran parte de ellas ejecutadas por los propios profesores, en ocasiones con la ayuda de alumnos.

El proyecto que presentó en septiembre la empresa Ciegsa al Ayuntamiento contempla la reforma de todo el interior del edificio principal, la demolición de los pabellones exteriores y la construcción de tres nuevos inmuebles. Sin embargo, la dirección del centro considera más viable mantener el espacio central limitándose a sustituir una escalera por un ascensor. De ahí que en este curso el propio instituto haya encargado a dos empresas la renovación de la cubierta, que estaba ya muy deteriorada, y la pintura de todo el exterior.

Las obras para mejorar las instalaciones de este espacio educativo incluyen una poda general a los jardines y también se está saneando la valla que rodea el recinto. El director del instituto, Carlos Navas, explica que "lo están haciendo los propios alumnos y profesores", que ya realizaron algunos trabajos con el fin de que la tarea educativa del centro se realice al menos en condiciones dignas. "Ya que el arreglo general es imposible, al menos sí queremos adecentar", explica el representante del centro.

Un ejemplo de la respuesta que está dando el instituto ante el bloqueo de la Administración ha sido la habilitación de una zona de taller para instalar un elevador de automoción que llevaba inutilizado varios cursos. La Conselleria de Educación se lo entregó "hace tres o cuatro años pero lo teníamos sin utilizar a la espera de que se hiciera el proyecto", apunta Navas. En vista de que los plazos se alargan, han optado por ocupar una zona de patio en desuso instalando un tejado, unas verjas y el sistema eléctrico para trasladar allí la máquina y por fin empezar a darle utilidad.

Por otra parte, en el edificio principal se va completar la sustitución del tendido eléctrico, que ya se inició el pasado año en la planta baja, poniendo sensores en los pasillos para que la luz se encienda sólo cuando detecten movimiento. Además, los estudiantes de fontanería están cambiando toda la grifería por otros modelos modernos que consumen menos agua. No sólo se modernizan sino que lo hacen buscando la protección del medio ambiente.

El proyecto que están desarrollando ha incluido, además, la instalación de una red wifi que pueden utilizar los alumnos con la clave de acceso que se les facilita. Con estas obras de mejora la renovación del edificio principal parece cada vez menos necesaria, lo que abarataría considerablemente el coste de las obras y, por tanto, quizás la Conselleria de Educación decida por fin rehabilitar este instituto que se ve obligado a impartir clases en pabellones cuyas condiciones resultan precarias.