Su original ubicación en el interior de un huerto de palmeras; su extensión de más de 6.000 metros cuadrados; su situación a escasos cincuenta metros de la playa del Carrer La Mar; y la calidad de los artistas que, con el paso de los años, desfilaron por su escenario certificaron la merecida calificación de mejor sala de Europa.

Un año antes, un emprendedor Miguel Vidal Massanet, nacido en Albany (estado de Nueva York), había adquirido una sala, también al aire libre, llamada "El Palmeral", a la que sumó los terrenos de una antigua finca de labranza, propiedad del doctor Brotons Poveda, para albergar su nuevo proyecto. Los ingresos de sus veladas en la plaza de toros de Alicante no solían corresponderse con el aforo, por lo que el empresario alicantino decidió buscar un lugar novedoso y más controlable, encontrándolo en El Campello, municipio al que, de este modo, situó en el epicentro del mundo del espectáculo.

De la afición del hermano de Pepe Vidal -ilustre periodista del diario INFORMACION- por coleccionar objetos relacionados con ese determinado tipo de ave, y de la predilección especial por un grabado de Salvador Dalí surgió la decisión, evidentemente acertada, de bautizar su nueva y magna inversión como "Gallo Rojo". Con el tiempo se estableció un premio extraordinario, consistente en una escultura, que reproducía la obra del insigne artista catalán, y se otorgaba a un artista destacado y a un empleado ejemplar.

Su inauguración, tal día como hoy, sábado, de hace medio siglo, fue un acontecimiento como pocos se han vivido en nuestra geografía hispana. El evento desbordó todas las previsiones y superó con creces las expectativas. Gentes venidas de todos los puntos cardinales de la Península se aglutinaban frente a unas taquillas cerradas, al haber agotado el papel desde primeras horas de la tarde. Con los aparcamientos saturados, la carretera de acceso colapsada y una marabunta humana congregada ante las puertas de entrada dispuesta a no quedarse fuera, la confusión se apoderó de la zona, a decir de testigos presenciales de esa primera y caótica jornada de apertura oficial.

"Fue increíble -manifiesta Miguel Mas, cogerente del vecino y desaparecido mesón Traxo-, la muchedumbre enardecida quería entrar a toda costa sin importar los medios y la forma, así que empezaron a trepar por una valla lateral, la que daba al contiguo campo de fútbol, escalando un muro de bloques de hormigón, que acabó cediendo ante la avalancha. Hubo algunos heridos, pero los que no sufrieron percances, se colaron sin que nadie pudiese hacer nada por impedirlo. Afortunadamente no sucedió, pero pudo haber ocurrido una tragedia".

Se calcula que esa noche se acoplaron más de 5.000 personas, duplicando su capacidad de 2500 espectadores, quienes abonaron 75 pesetas, con derecho a consumición en mesa, y 50 sólo en barra, según Pancho Pita, colaborador de Don Miguel, como así se le conocía.

No faltaron a la cita, por descontado, las personalidades del momento, encabezadas por el gobernador civil y los alcaldes de Alicante y El Campello, acompañados de la alta sociedad alicantina. No en vano, Vidal Masanet gozaba de reconocido prestigio en todos los ámbitos de la capital. Y como no, de multitud de artistas, de la talla de Imperio Argentina, Jorge Mistral o Carmen Sevilla, que poseían residencias en el municipio, tercia Remedios Climent, de AMHIEC.

A lo largo de más de dos décadas, el "Gallo Rojo" se convirtió en la meca del espectáculo musical, sobre todo en los 60 y mitad de los 70, años dorados de la música en directo y del espectáculo en vivo, desfilando por su escenario, de modo exclusivo, los mejores y más populares cantantes de la época, entre ellos los norteamericanos Ray Charles o Louis Amnstrong; los franceses Adamo o Gilbert Becaud, pasando por Joan Manuel Serrat, Marisol y el Dúo Dinámico, un desconocido Julio Iglesias o una principiante y escuálida Norma Duval.

Como dato curioso, en lo referente a contrataciones, Don Miguel tuvo siempre una espina clavada en su orgullo, la negativa de Frank Sinatra a actuar en su sala. "Que plante tomates", dijo al conocer los pormenores del recinto, según manifestó en numerosas ocasiones Vidal Masanet.

Al advenimiento de la democracia y el cambio de tendencias y las nuevas preferencias del público se añadieron la competencia ayuntamientos y Diputaciones, que organizaban conciertos gratuitos o a bajos precios. Si todo ello sumamos la contestación del vecindario pues la zona, deshabitada en sus inicios, se pobló de edificaciones, no era difícil presagiar su desenlace. Un 25 de agosto de 1984 el alcoyano Camilo Sesto clausuró, 22 años después este exitoso proyecto, único e irrepetible en su género Esa calurosa noche, el "Gallo Rojo", la mejor sala de fiestas de Europa, se convirtió para siempre en mito.