T al y como manda la tradición la bajada del patrón San Vicente del Raspeig volvió ayer a estar acompañada por la lluvia. Más de 200 sanvicenteros acudieron a la parroquia que alberga la imagen para ver el traslado de la talla desde el altar a la carroza en la que procesionará el próximo lunes. El acto se ha convertido en los últimos años en una cita ineludible para los fieles que de nuevo ayer volvieron a presenciar una operación ciertamente complicada por las dimensiones de la imagen.

Ocho operarios municipales se encargaron a las 10.30 de la mañana de ejecutar el traslado. Con la ayuda de una polea y la pericia de estos trabajadores se produjo la bajada para la que es necesario quitar la mano derecha del santo, que se desprende para posibilitar su salida de la ornacina.

El miembro fue luego sujetado por la reina de las fiestas, Alicia Garcerán para que todos los presentes que lo desearan pudieran besarlo. A continuación fue, de nuevo colocado en la imagen, situada sobre su carroza a la izquierda del templo. San Vicente Ferrer es una de las tallas más grandes de la Comunidad Valenciana con más de tres metros de altura y 350 kilos de peso. Obra del escultor, José Sospedra, la imagen fue en todo momento aplaudida en su traslado aunque, tal y como comentó una de las encargadas de su limpieza durante todo el año, «nadie ha gritado Viva San Vicente Ferrer».

El próximo lunes, y con la ayuda de un mecanismo situado debajo de la carroza saldrá en procesión acompañado por los vecinos de San Vicente.

Por otro lado, la localidad vive estos días inmersa en los preparativos de la fiesta con la celebración de las «entraetes» en la que participan los festeros moros y cristianos. El pasado miércoles por la noche la inauguración del alumbrado artístico también congregó a multitud de vecinos.

Para hoy está prevista la celebración del pregón desde el balcón del Ayuntamiento. A continuación habrá una gran traca a la que seguirá la Entrada del Fester. Previamente, a las 18.00 horas las calles principales se llenarán de cabezudos acompañados por la música tradicional de las dulzainas y los «tabalets».