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La ermita de San Pedro, uno de los patrimonios culturales más importantes de Agost y que data de hace más de seis siglos, da el primer paso para su total recuperación. La cubierta llevaba siete décadas en un estado de semirruina y ha sido restaurada en la primera fase de unas obras que contemplan la rehabilitación total del inmueble.

La Asociación para la Recuperación Histórico Monumental de Agost (ARHMA), con el apoyo del Ayuntamiento, ha impulsado este proyecto, que se ha hecho realidad gracias a una ayuda económica de 45.787 euros de la Conselleria de Agricultura, dentro del programa Ruralter-Paisaje.

Las obras de sustitución de la cubierta han tenido una duración de tres meses y, previamente, hubo que realizar trabajos de desescombro, ya que el interior de la ermita estaba lleno de ladrillos rotos procedentes del techo.

El presidente de la Asociación, José Cuenca, afirmó a este diario que ha sido una labor "ardua, pero ha merecido la pena", al tiempo que destacó la colaboración del concejal socialista Joaquín Castelló, y el trabajo desinteresado de empresarios y constructores del pueblo, como Antonio "el cheri" y del arquitecto Gabriel Calderón, encargado del proyecto.

Cuenca resaltó que el objetivo es la rehabilitación íntegra de la ermita, "donde se podrían celebrar conciertos, exposiciones y otro tipo de actividades, que tendrían un encanto especial".

La Asociación ha organizado para hoy una jornada de puertas abiertas en la ermita con el fin de mostrar a los vecinos cómo ha quedado la cúpula. El horario de visitas será de 9 a 13 horas y de cinco a ocho de la tarde. ARHMA ha colocado una serie de fotografías en las paredes en las que se muestra el estado ruinoso anterior a las obras, de forma que se aprecia trabajo realizado.

La ermita de San Pedro, situada en lo alto del cerro de la población, fue construida por la familia Borgoña, señores de Agost que sentían gran devoción por San Pedro Apóstol. Fue la principal parroquia hasta que en 1654 se inauguró la nueva iglesia parroquial, dedicada en principio a Santa Ana y más tarde a San Pedro.

El edificio ya fue reformado en los años 1732 y 1827 y el aspecto que tiene en la actualidad proviene de la última reforma realizada por los vecinos en 1888. Durante la Guerra Civil, la ermita perdió su patrimonio y fue utilizada por los bandos en la contienda.

La pérdida de culto supuso el abandono paulatino del edificio con el consiguiente deterioro de la mayor parte de su cubierta, mientras que se han mantenido todos sus muros exteriores.