La llegada de los televisores de última generación sustituyó a los clásicos de tubo catódico en los salones de los hogares. La elegancia y las nuevas prestaciones de los televisores planos, que más tarde se han convertido en curvos y quién sabe en lo que se convertirán en un futuro, relegaron a estos aparatosos televisores a otra estancia de la casa, al baúl de los recuerdos, o simplemente pasaron a mejor vida.

La aparición de la popular salida HDMI cambió la transmisión del audio y la imagen y marcó un antes y un después. Los televisores con conexión RCA, los míticos cables rojos, amarillos y blancos que tan bien conocen quienes han pasado horas y horas jugando a videojuegos, fueron quedándose obsoletos. No obstante, estas televisiones tienen una nueva oportunidad gracias a un dispositivo que los convierten en una smart TV.

Con este aparato, que cuesta unos 16 euros, y un Chromecast (alrededor de 39 euros) o un Apple TV las viejas televisiones tendrán las mismas prestaciones que las de última generación a la hora de conectarse a internet, ver las series de las nuevas plataformas de streaming o transmitir contenidos de móviles y tabletas. Una forma idónea para lograr una televisión inteligente a un precio irrisorio.