Desde hace unos meses, los españoles nadamos diariamente para no ahogarnos con el aluvión de información generado por el proceso independentista catalán. El conflicto entre el gobierno de Puigdemont y el gobierno español ha generado unas consecuencias más que notables, como el encarcelamiento de cargos políticos catalanes, la inestabilidad bursátil o la fuga de empresas, entre otros. Sin embargo, algunos medios ya se hacen eco de lo que quizás es la huella más importante que está dejando el proceso independentista, que es la fractura social generada, una brecha que puede convertirse en un abismo y separe a las dos partes, a "los del sí" y a "los del no". Las redes sociales han ayudado a este fenómeno dado que son expertas en convertir temas de discusión en enfrentamientos a cara de perro, en transformar el diálogo y el debate en un "o conmigo o contra mí".

La fractura social no se refiere a algo físico pero sí a algo muy real y que ya estamos observando. Familiares que dejan de hablarse por tener opiniones distintas con respecto al tema catalán, comercios que prohíben la entrada a independentistas, intentos de boicots a productos catalanes? ¿Hasta dónde puede llegar esta fractura? ¿Por qué se empieza a percibir en muchos sectores al vecino como "el enemigo"? la respuesta no es fácil, pero sin duda uno de los factores tiene que ver con nuestra psicología grupal, lo que llamamos estereotipos.¿Qué son los estereotipos?

Los estereotipos son las expectativas que nos generamos sobre otras personas basándonos únicamente en el grupo al que pertenecen. Este fenómeno tiene gran importancia ya que lo que pensamos de un determinado grupo, termina afectando a nuestras relaciones sociales cotidianas, en forma de prejuicios y pequeños actos de discriminación hacia personas concretas, de los que en ocasiones no nos damos cuenta. Pero no todos los estereotipos son iguales, no se resumen en una actitud más o menos negativa hacia el otro. Para la investigadora de la universidad de Princeton, Susan Fiske, Los estereotipos recogen información sobre dos preguntas básicas para las relaciones sociales, qué intenciones tiene un grupo determinado - ¿son buenos? -y en qué medida cuenta con los recursos o la capacidad para hacerlas realidad - ¿son capaces, competentes? -.

Según el modelo de Fiske, la valoración de un grupo en estas dos preguntas, a las que llama cordialidad y competencia, depende del contexto social en el que se encuentra. Cuando se percibe que dos grupos compiten por los mismos recursos, existe una tendencia a desconfiar del otro. Por ejemplo, si mi percepción acerca del pueblo magrebí es que quitan el trabajo a los parados españoles de manera desleal, al conocer a un magrebí activaré el estereotipo, lo valoraré como poco cordial y pensaré que no es de fiar. La percepción de competencia depende en mayor medida de estatus socioeconómico. Así, los ricos suelen ser percibidos como más capaces, aunque no necesariamente mejor intencionados. Por estos motivos, nuestras reacciones hacia determinados grupos pueden ser ambivalentes. Por ejemplo, alguien de una región rica, puede pensar que los vecinos de una región menos rica, son buena gente pero no se esfuerzan lo suficiente y se acostumbran con facilidad a que les ayuden. Aun así, mientras no se establezca una competición por los recursos, no se generará un enfrentamiento directo. Por ejemplo, si debido a una crisis económica, se percibe que ambos grupos compiten, entonces se cuestionan las intenciones del otro y se abre a la puerta a la fractura social.

¿Pero realmente esto es así?

¿Puede, por ejemplo, mi posicionamiento político respecto a la crisis catalana condicionar mi impresión sobre la misma persona, si me dicen que es de Burgos o de Girona? Nuestro sentido común nos dice que valoraremos a las personas por cosas distintas a su nombre de pila o su lugar de nacimiento, pero como decía al principio, en ocasiones los estereotipos nos afectan sin que nos demos cuenta de ello. Junto al profesor Carlos Falces, del departamento de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández de Elche, hemos desarrollado un pequeño juego para observar la activación de estereotipos respecto a esta cuestión.

Contamos con 290 participantes a los que se contactó a través de redes sociales y correo electrónico. Se les planteaba una pequeña tarea para comprobar el efecto de las primeras impresiones a la hora de hacernos una imagen mental de las personas. Se les planteaba un texto similar a éste: "Juan Antonio tiene 31 años y es un hombre corriente, no es especialmente guapo pero resulta atractivo. Le gusta oír música, leer novelas y ver la televisión. En verano pasa las vacaciones en la playa con su familia en el pueblo donde nacieron sus padres y sus abuelos. El sitio le gusta y no tiene que buscar dónde ir cuando llega Agosto". Tras leer la descripción, tenían que puntuar del 1 al 5 al protagonista en una lista de adjetivos que evaluaban las dimensiones de cordialidad y competencia.

A partir del texto de arriba, creamos otros dos textos similares, pero cambiando un elemento de la descripción: su lugar de procedencia. En el texto experimental nº 1, el protagonista se llamaba Pere y era originario de Medinyà, Girona. En el texto experimental nº 2, el protagonista, también llamado Juan Antonio, vivía en Miranda de Ebro, Burgos. ¿La misma descripción del protagonista, pero cambiando únicamente su procedencia, afectó a la percepción que tuvieron de él aquellos que lo leyeron?

No existieron prácticamente diferencias en las valoraciones que hicieron de la competencia y la cordialidad del protagonista de Burgos y el de Girona, tal y como se puede observar en el gráfico:

Pero existía una segunda parte en la tarea. Al finalizar el cuestionario, se pedía a los participantes que indicasen cuál era su posición con respecto al conflicto independentista catalán. Utilizamos esta respuesta para crear dos grupos, aquellas personas favorables al proceso y aquellas que estaban en contra. ¿Habrá diferencias en la percepción de los protagonistas en función de la opinión acerca del proceso catalán? Podéis observarlo vosotros mismos:

Efectivamente, parece que la posición política influyó en la impresión sobre el protagonista. Para aquellos participantes que están "A favor", el protagonista catalán era más competente y más cordial que el burgalés. Por el contrario, los que están "En contra" valoran más positivamente al burgalés, sobre todo en términos de cordialidad. Como podemos observar, el estereotipo parece activarse tanto en una dirección como en otra.

La situación política actual puede está dejando una huella en nuestra sociedad más importante de lo que creemos. En la medida en que el "conflicto" continúe, el efecto de estos estereotipos sobre el vecino irá calando en nuestra vida cotidiana de manera cada vez más frecuente. Desde los boicots comerciales, hasta decisiones menos evidentes como la discriminación laboral por la procedencia del trabajador. Y esa marca no va a borrarse simplemente con la aplicación de un 155. De acuerdo con los planteamientos de Fiske, quizá la esperanza esté en empezar a redefinir la situación como un problema cuya solución necesita de la colaboración de todos y no un "conflicto" como lo describimos habitualmente, dejando implícito el mensaje de la competición entre grupos, del "tú contra mí".