Solamente aquellos padres y madres que han pasado o están pasando la temporada llamada «adolescencia» con un hijo/a, saben de lo espectacular de la misma. Muy pocos se lo ven venir, y la mayoría apuestan porque «no será» para tanto, y creen que su hijito/a cariñoso, amable, comunicativo, cercano, obediente, generoso, disponible,… no se va a metamorfosear, a transformar, y que eso les pasa a los otros. Hasta que un buen día, pasado aproximadamente el decimosegundo o tercer cumpleaños del susodicho/a, comienza a percibirse en la casa un clima sombrío, hostil, distante, de miradas acusadoras, de desplantes furibundos, de silencios amenazantes. ¡Ánimo!, ¡Bienvenidos! Estamos ante la ¡adolescencia!

La adolescencia es una de las etapas más complicadas de la vida de un ser humano. Es una época de profundos cambios físicos, inestabilidad emocional, inseguridad personal manifestada en una necesidad de constante afirmación por parte de los amigos/as. Etapa de rebeldía ante las normas, ante la autoridad, con alteraciones en las percepciones personales y del mundo exterior, surcada por una gran confusión de sentimientos, descubrimiento de la sexualidad, concreción de la identidad sexual, de búsqueda de autoafirmación. En este proceso de transformación, el /la adolescente sufre dos grandes crisis:

- Crisis de Identidad: Dejan de ser niños/as para ser «algo» todavía por definir, descubrir y confirmar. Esto les crea mucha inseguridad personal y por lo tanto mucha necesidad de aceptación especialmente por parte de los amigos/as.

- Crisis de Autoafirmación: Es la crisis por la que el/la adolescente ejerce su necesidad evolutiva de manifestar su criterio, su opinión, sus gustos y ejecutar sus decisiones. Esta necesidad de afirmación les lleva a una búsqueda de autonomía, y una búsqueda de independencia. Aún así necesitan de su amor y de su reconocimiento y aprobación.

Pautas para la convicencia

- Cargarse de paciencia y de ánimo, sabiendo que esta etapa se termina.

- Aprender a tratar a su hijo/a de otro modo. Prestarle atención de otra manera.

- No intentar razonar o convencerle constantemente. Se agotará

- Estar ahí ¡¡siempre!! Pero no sean insistentes o agobiantes hasta hartar.

- Apreciar y valorar alguna de las cosas que a ellos les gusta, aunque no sea de su gusto u opción.

- Negociar, negociar, negociar… en la mayoría de las situaciones.

- No dejar de decirles lo que usted considera oportuno, pero no imponga su criterio en todas las ocasiones.

- Seleccionar los motivos o situaciones por los que vale la pena entablar un conflicto.

- Comuníquese de modo Afectivo, Efectivo y Superficial con su hijo/a adolescente.

- Manifieste el cariño que le tiene a su hijo/a adolescente, pero hágalo de un modo que no le haga sentirse niño/a. No humillaciones ni descalificaciones.

- Si están ambos miembros de la pareja en casa, manténganse unidos a la hora de poner criterios educativos.

- Favorecer la autonomía y la independencia de su hijo/a adolescente, ayudándole a que asuma las consecuencias.

- Supervisar lo que lee, escribe, ve, con discreción, no fiscalizar constantemente.

- La permisividad absoluta no es buena. La autoridad absoluta no es buena.

No se desanime y no tire la toalla. Aunque sea una etapa difícil, su hijo/a ha de pasar por ella para hacerse adulto y adulto competente, por lo que es necesario facilitársela, sin que por ello dejemos de estar ahí, escuchándolos, atendiéndolos, pero también pautándolos y orientándolos. ¡¡Mucho Ánimo!!