Los tratamientos y la cura del cáncer producen cambios físicos, emocionales y psíquicos que interfieren con la vida diaria del paciente y sus familiares, presentando algunas complicaciones como son: dolor agudo o crónico, fatiga, déficit de movilidad, linfedema, edema, alteraciones del sueño, disfunciones vésico-esfinterianas, alteraciones cardiorrespiratorias, neuropatías, debilidad muscular, depresión o deterioro cognitivo, entre otras.

La rehabilitación oncológica es altamente recomendada en todo proceso de tratamiento de cáncer, ya que a través de ella se puede disminuir la discapacidad derivada de los efectos no deseados del proceso de curación. Existe evidencia científica sólida que avala su realización en sus distintas formas de intervención (preventiva, restauradora, de apoyo, paliativa) siempre que no exista una clara contraindicación clínica. Según la doctora Lucía Fernández Cuesta, especialista de la Unidad de Rehabilitación de Hospital Quirónsalud Torrevieja, para que la rehabilitación sea exitosa, lo ideal es que al paciente oncológico se le haga un seguimiento desde que recibe su diagnóstico: «El mayor problema es que los pacientes no suelen trasladar sus molestias al médico, puesto que piensan que forma parte de la carga que tiene que pagar por sobrevivir al cáncer».

El programa que ha puesto en marcha el Hospital Quirónsalud Torrevieja cuenta con un médico especialista en rehabilitación oncológica y todo el equipo interdisciplinar de rehabilitación para brindar apoyo a los pacientes con cáncer con el fin de mejorar su funcionalidad, disminuir el impacto de la enfermedad y brindarles calidad de vida, además de entrenar a sus familiares para su cuidado.

La rehabilitación oncológica

El tratamiento de rehabilitación oncológica multidisciplinar debe ser dirigida en dos sentidos: la prevención y la rehabilitación integral. La prevención se logra por medio de medidas para evitar el establecimiento de secuelas discapacitantes o el aumento de la misma, independientemente del pronóstico de vida.

Su labor comienza con una revisión de la historia oncológica del paciente, atendiendo a los diagnósticos y tratamientos recibidos, para posteriormente efectuar una valoración completa del estado de salud del enfermo (estado general y piel, situación neurológica, osteomuscular y osteoarticular, fatiga relacionada con el cáncer).

Una vez el paciente es diagnosticado con cáncer, antes de recibir tratamiento médico y/o quirúrgico, debe ser sometido a un programa de ejercicios, de educación y de información con el fin de mejorar su condición base, así como el conocimiento de posibles secuelas que estos pudieran dejarle.

Los pacientes que viven con cáncer como enfermedad crónica y los que están en remisión o sobrevivientes son candidatos también a recibir un programa rehabilitador para ayudarles a manejar las condiciones relacionadas al tratamiento y mejorar su sistema inmunológico.

Beneficios

Entre los beneficios que obtienen tras recibir un tratamiento rehabilitador destaca más independencia en sus actividades diarias, el apoyo a adaptarse a las pérdidas reales y/o potenciales debido al cáncer y su tratamiento, la mejora de su fortaleza física, ayudando a compensar las limitaciones relacionadas con su enfermedad y los efectos secundarios del tratamiento, la ayuda en el manejo del dolor, la contribución a disminuir la fatiga relacionada con el cáncer, la disminución de la frecuencia y el tiempo de hospitalizaciones y la ayuda con el manejo de los síntomas de los problemas cognitivos, entre otros.

Por otra parte, las técnicas más empleadas suelen ser el drenaje linfático manual, la presoterapia, la escuela de linfedema, las técnicas de ahorro de energía para la fatiga asociada al cáncer y el ejercicio físico terapéutico, entre otros. En el tratamiento intervienen terapeutas del ámbito de la fisioterapia (cinesiterapia individualizada, reeducación de la marcha), terapia ocupacional (entrenamiento en actividades de vida diaria, prevención de la fatiga, adaptaciones domiciliarias, ayudas técnicas) y de la logopedia (trastornos del habla y la deglución). Control del dolor.

Además de lo anterior, el médico rehabilitador puede intervenir en el control del dolor oncológico, de la osteoporosis (prevención de fracturas) y de la salud cardiovascular (a través de recomendaciones de ejercicio). Por último, la doctora Fernández destaca que «es importante destacar en la rehabilitación oncológica la flexibilidad durante los tratamientos porque la situación clínica de cada paciente cambia día a día. Aunque trabajando juntos podemos lograr una independencia funcional y una más rápida reincorporación a la vida normal».

La rehabilitación oncológica está integrada dentro de la plataforma de oncología compuesta por un equipo multidisciplinar de más de 30 especialistas de primer nivel y un equipamiento tecnológico puntero como el PET-TC, la radioterapia intraoperatoria (Mobetrón), farmacoterapia personalizada, consejo genético o la sala blanca para realizar vacunas contra el cáncer, que la ha convertido en un referente internacional para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer, al que acuden pacientes de toda España y Europa.