La Inmunología es un conjunto o saberes o conocimientos, lo que llamamos ciencia, que se ocupa del estudio del sistema inmunológico de los seres vivos; ello incluye un amplio conjunto de órganos como el timo, médula ósea, bazo, ganglios linfáticos y de tubos que los conectan, y que llamamos vasos linfáticos. Ese sistema se encarga de dar una respuesta adecuada cuando ese ser es agredido por agentes externos vivos o de sustancias tóxicas. Esa respuesta la logra a través de unas células propias, los linfocitos, o porque induce la producción de proteínas específicas de las células plasmáticas, que llamamos anticuerpos. A lo primero lo denominamos inmunidad celular, y a lo siguiente inmunidad humoral.

En ocasiones fracasa en su actividad en su actividad defensiva, entonces el agente externo, que suele ser un virus, una bacteria, o un parásito, puede dañarnos y extenderse, localmente o por la sangre, causando una enfermedad infecciosa, que incluso puede acabar con nuestra vida.

Su importancia es clave para entender quiénes somos y cómo trabaja nuestro cuerpo. Por ej. Le recordamos que todos somos únicos, pero que tenemos material genético que procede de nuestros padres, y el de ellos de los suyos, así los inmunólogos pueden realizar pruebas llamadas de paternidad que indican con claridad quién es el padre de una determinada persona, cosa que no siempre es fácil, pues de la madre no suele haber duda, pero el padre puede ser incierto; de la misma manera reconoce si existe fraternidad entre dos personas.

Le comentábamos que el sistema inmune en se encarga de defendernos de las agresiones por agentes externos, pero no sólo ello, permite saber si, aunque no padecimos la enfermedad, estuvimos en contacto con su germen causal, y cuál es nuestra respuesta actual ante una agresión por él. Es el caso de la prueba de la tuberculina, en la que el bacilo de Koch, el agente causal de la tuberculosis, se modifica y se inyecta bajo la piel del sujeto; así, aunque no padeciera la enfermedad, si estuvo en contacto con ese bacilo, a las 48 o las 72 horas se podrá apreciar con mucha facilidad una respuesta local en la zona de la inyección, e incluso su tamaño nos habla de la agresividad sufrida.

Le comentamos que en tiempos incluso se utilizó inyectar repetidamente ese bacilo para aumentar la inmunidad del sujeto. En esencia se buscaba que fuera capaz de aumentar la capacidad de destruir células tumorales. Estimular la inmunidad es una forma de inmunoterapia.

Lo descrito no sólo sirve para gérmenes, nos permite conocer el grado de nuestra respuesta frente a los agentes causales de alergia, como pueden ser el polen al olivo o las gramíneas. Podemos reconocer que sustancias o alérgenos nos agreden, la intensidad de nuestra respuesta, e intentar disminuir la misma. E incluso preparar derivados de ellos que nos inyectamos para desensibilizarnos, y así tolerar mejor éstos agentes.

La inmunidad es clave en el trasplante de órganos. Con la sangre es más fácil pues los hematíes o glóbulos rojos tienen ciertas sustancias propias pero pocas, denominadas grupos A, B, AB o el 0, y además el rasgo referido al Rh, que puede ser positivo o negativo. Con esa valoración que es simple, podemos transfundir sangre. No ocurre lo mismo con los órganos como riñones, corazón, pulmones o médula ósea para los que se requiere una identidad o mayor concordancia entre donante y receptor, de no ser así el órgano trasplantado puede ser rechazado. Una vez más se avanza aportando fármacos que impidan ese rechazo.

Si el sistema inmunológico está dañado como sucede en los enfermos que padecen sida, es decir síndrome de inmunodeficiencia adquirida, significa que su sistema inmune que antes funcionaba fue dañado por un virus el de la inmunodeficiencia adquirida o VIH. Ese virus parece que resultó de una mutación en un virus de los monos y que superó la barrera entre especies para saltar al ser humano. En la costa de California algunos homosexuales lo contrajeron, y como se transmitía por vía sexual y eran promiscuos fue pasando de unos a otros, produciendo en ellos infecciones por agentes entonces poco frecuentes y poco agresivos, pero que al tener el sistema inmune dañado no podían responder adecuadamente. Pero no fue lo único, pues también desarrollaban algunos tipos de tumores, por ej. el sarcoma de Kaposi.

Además, el sistema inmune nos ayuda defendernos de células que se transforman y se dividen sin cesar, lo que llamamos tumor maligno. Si el sistema fuera muy eficaz no tendríamos tumores malignos, y ya hemos comentado que ha habido intentos de aumentar nuestra inmunidad para combatirlos.

Los inmunólogos permiten reconocer algunas sustancias que las células tumorales vierten a la sangre, y en el propio tejido tumoral ciertos componentes que ayudan a diagnosticar mejor la célula tumoral, y en su caso producir anticuerpos que luchen contra ella, o utilizar factores solubles si es que tienen un receptor sobre el que éstos puedan actuar.

La realidad es que el laboratorio que los inmunólogos utilizan está haciendo avanzar mucho la ciencia. Celebremos que existan, y sintámonos bien porque aunque en la Comunidad Valenciana hay muy pocos inmunólogos, en Alicante superamos a los de Valencia, y más a los de Castellón, donde no hay ninguno.