En los últimos años se han venido sucediendo una importante serie de avances tecnológicos que nos han permitido solucionar la mayoría de los problemas prostáticos sin tener que llegar a recurrir a la cirugía convencional.

La cirugía de la próstata suponía, en muchos casos, tener que abrir la pared abdominal desde el ombligo hasta el pubis para poder acceder a la vejiga urinaria y después a la próstata. Es decir desde el ombligo teníamos que llegar hasta el recto.

Este tipo de cirugía no solo puede dar lugar a múltiples efectos secundarios como la impotencia o la incontinencia sino que también aumenta el riesgo quirúrgico del paciente debido a las posibles complicaciones como pueden ser el sangrado, las infecciones… que con frecuencia se producían. Es por ello que la aparición del láser supuso un gran avance en el tratamiento de las enfermedades benignas de la próstata.

Hace ya 15 años empezamos a utilizar los primeros láseres ktp de 60w para el tratamiento de la hiperplasia prostática. En aquella época solo podíamos tratar próstatas pequeñas puesto que la potencia de estos aparatos era limitada. Cinco años más tarde pudimos empezar a trabajar con el láser de 120w, su mayor potencia nos permitía intervenir a nuestros pacientes con mayor rapidez y eficacia pudiendo tratar próstatas cada vez más grandes con excelentes resultados. Desde hace 4.años empezamos a intervenir a nuestros pacientes con el láser de 180w.

Esta nueva tecnología nos permite poder tratar prácticamente a todos los pacientes que padecen hiperplasia benigna de próstata sea cual sea su tamaño.

¿Podemos decir por tanto que se ha acabado la cirugía abierta? Podríamos decir que sí, puesto que incluso cuando la HBP viene acompañada de otras alteraciones en el aparato urinario como pueden ser los cálculos (piedras) en la vejiga, tumores vesicales… estas también se pueden tratar con medios endoscópicos.

Por tanto la cirugía abierta la utilizamos solamente en próstatas enormes, que suponen menos de un 2% de nuestros pacientes.

La cirugía mínimamente invasiva se ha impuesto como método de elección para la mayoría de las enfermedades del aparato urinario como son los cálculos, los tumores de vejiga, riñón y próstata....

Con estos procedimientos conseguimos mejorar enormemente el postoperatorio y disminuir la estancia hospitalaria de nuestros pacientes así como evitar muchas de las complicaciones y los efectos secundarios que ocurrían en la cirugía convencional.