Hay personas que nacen sin olfato. Se conoce como anosmia. Otras tienen pérdidas puntuales o bien hay determinados olores que no perciben. ¿Por qué se produce?

Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), una de cada cinco personas nace con un trastorno del olfato. Pero no todas las pérdidas de olfato son congénitas.

José Manuel Moltó, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN) subraya que también con el paso de los años se produce una degradación del sentido del olfato. Generalmente, según apunta, por encima de los 50-60 años la mitad de la población tiene un deterioro importante, y por encima de los 80 años, un 80%.

En concreto, el olfato se localiza en unas terminaciones nerviosas de la cavidad nasal que se comunican directamente con el cerebro. "Son pequeñas fibras nerviosas que conectan directamente con una parte muy antigua de nuestro cerebro. Se trata de uno de los sentidos más arcaicos. Eso sí, en el ser humano no es precisamente el más desarrollado, pero no por eso deja de tener su importancia", precisa el especialista del Hospital Virgen de los Lirios de Alcoy (Alicante).

Así, recuerda que las causas más frecuentes de pérdida de olfato son el catarro, las inflamaciones de la mucosa, las sinusitis, el consumo de sustancias por vía nasal y, ocasionalmente, algún traumatismo en la cabeza. "Unas fibras llegan al cerebro a través de una lámina muy fina de los huesos de la base del cráneo (la 'lamina cribosa') que cruzan en varias fibras, y en un traumatismo se pueden romper, con lo cual se daría la incapacidad olfativa", apostilla el experto.

Igualmente, sostiene que, aunque todavía no se sabe a ciencia cierta, sí hay varias teorías que también apuntan a una pérdida de olfato como punto de partida de una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer o el Parkinson.

Sobre si se ve afectado el sentido del gusto y algún otro ante la pérdida de olfato, José Manuel Moltó precisa que, aunque se trata de dos sentidos diferentes, si se tiene mal el sentido del olfato es la causa muchas veces de que lo que se coma no me sepa a nada. "Cuando estamos resfriados normalmente da lo mismo comer una cosa u otra. La mayor parte de sensaciones de lo que comemos son aromas, no sabores, por tanto sí que se ve afectado", añade.

En este sentido, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) establece tres mecanismos por los que disminuiría o se perdería la sensibilidad olfatoria:

· Sensorial: Cuando la causa es una lesión de las células receptoras y de sus células de soporte. Las pérdidas olfatorias sensoriales están causadas por la destrucción del neuroepitelio olfatorio como puede ocurrir en las infecciones virales, la inhalación de químicos tóxicos, neoplasias, drogas que afectan al 'turn-over' celular o los tratamientos radioterápicos.

· Neural: cuando la causa es una lesión de los nervios olfatorios y de las vías centrales olfatorias. Aparecen en neoplasias de la fosa craneal anterior, traumatismos craneales con o sin fractura de la lámina cribiforme, técnicas neuroquirúrgicas, administración de agentes neurotóxicos y desórdenes congénitos como el síndrome de Kallman.

· Conductivo: cuando la pérdida de olfato es debida a una disminución o imposibilidad del acceso del odorante al neuroepitelio olfatorio. Suelen ser consecuencia de inflamaciones de la mucosa nasal tal y como sucede en la rinitis alérgica, bacteriana o viral. En otros casos tienen relación con anomalías estructurales en la cavidad nasal tales como neoplasias, pólipos y desviaciones del tabique nasal. Posiblemente, también sean producidas por anomalías en la secreción del moco olfatorio. En muchas ocasiones, son susceptibles de recuperación o mejoría con el tratamiento adecuado.

"En el caso de las pérdidas de origen sensorial y neural, la recuperación es menos frecuente que en las pérdidas conductivas. Las alteraciones de la función olfativa han sido asociadas a diversas enfermedades sistémicas y metabólicas.

Sin embargo, la gran mayoría de los pacientes que presentan una disfunción olfativa primaria, pueden ser incluidos en una de estas cuatro categorías etiológicas: procesos patológicos nasales o sinusal, o ambas; infección primaria de vías respiratorias altas; traumatismos craneales o situaciones llamadas idiopáticas", agrega la sociedad científica.

Finalmente, y como curiosidad sobre este sentido, el experto de la SEN destaca que los sabores son realmente aromas. "En muchas comidas cuando las degustamos lo que sueltan son las sustancias que producen esa sensación aromática", indica.