Desde hace años se sabe que la madre gestante influye sobre la genética de embrión que se está desarrollando en su útero. Esta influencia sobre la genética embrionaria se explica a través de la epigenética, que estudia cómo los factores externos o ambientales pueden conducir a cambios heredables en la función genética (sin producir cambios en la secuencia del ADN). Estos factores ambientales hacen que ciertos genes se activen o no, y que las células «lean» la información del ADN celular de una u otra manera, produciendo variaciones fenotípicas. Según Manuel Esteller, «… la genética es un esqueleto desnudo, y todo lo que añadimos a este esqueleto, lo que le da un aspecto u otro, es la epigenética…».

¿Cómo afecta la madre gestante?

Existen ciertos periodos en los que la genética embrionaria es más sensible para que se produzcan cambios en el ADN como consecuencia de los factores ambientales. Estos son el periodo preimplantacional, el embarazo, la lactancia, la niñez y la pubertad.

Son de sobra conocidos los efectos que tiene el ambiente (alimentación, exposición a tóxicos, hábitos de vida y de higiene) sobre el desarrollo del niño y del adolescente. Cada vez se está dando más importancia a la influencia que tiene la forma de vida de la embarazada sobre su futuro hijo. Durante el embarazo se pueden producir cambios en el feto que lo predispongan a desarrollar en el futuro enfermedades como la diabetes, la obesidad o la hipertensión. También, cada vez se da más peso al efecto beneficioso de la lactancia materna sobre desarrollo del niño.

David Barker, en los años 90 sugirió que «lo que sucede en el útero podría ser más importante que lo que pasa en el hogar». Hasta hace poco, esto era una teoría, pero hoy en día sabemos que, en parte, Barker tenía razón. Últimamente está avanzando mucho la investigación en campo de la genética embrionaria, sobre todo, en el periodo preimplantacional.

Parece que la influencia de los efectos ambientales sobre la genética embrionaria podría ser incluso mayor que la influencia del ambiente sobre el niño ya nacido.

La ciencia lo demuestra...

En septiembre de 2015, Viella et al publicaron un artículo en la revista «Development» acerca de este tema. En este trabajo se estudia la posibilidad de que exista una comunicación entre el endometrio y el embrión momentos antes de su implantación. Viella et al identificaron una molécula específica del líquido endometrial (hsa-miR-30d) que es capaz de reprogramar la genética embrionaria modificando la expresión de los genes, lo que hace que en este embrión se expresen o se inhiban funciones específicas.

Mucho más que una incubadora natural

Los avances en el campo de la genética embrionaria nos van a ayudar a comprender aún mejor el desarrollo del ser humano, abriendo además la puerta a futuros tratamientos para prevención de enfermedades. Además, demuestra que las madres gestantes que acuden a una clínica de fertilidad para realizar tratamientos de ovodonación o embriodonación son mucho más que una mera incubadora natural para sus hijos.