Los avances tecnológicos han facilitado y mejorado en gran medida las intervenciones quirúrgicas de tipo ginecológico. Un ejemplo de este avance lo encontramos en la cirugía por laparoscopia, técnica que permite al cirujano realizar las mismas operaciones que en la cirugía tradicional, pero con una ventaja evidente: la reducción considerable del número de incisiones en la piel.

Es tal la capacidad resolutiva de la cirugía laparoscópica que en la actualidad se ha convertido en una de las técnicas referentes para el tratamiento de patologías diversas, tales como los quistes en el ovario, incontinencia urinaria, extracción de miomas, endometriosis o diferentes tratamientos para la esterilidad entre otras.

Metodología

El principal rasgo diferenciador de la cirugía laparoscópica es el uso de varias incisiones de 0.5 a 1 cm. En cada una de estas incisiones se inserta un instrumento tubular conocido como trocar. Durante el procedimiento, a través de los trocares se pasan instrumentos específicos y una cámara especial llamada laparoscopio.

Al iniciar el procedimiento, el abdomen se infla con dióxido de carbono para proporcionar al cirujano un espacio de trabajo y visibilidad. Después, a través del laparoscopio se transmiten imágenes bidimensionales de la cavidad abdominal a los monitores de video de alta resolución del quirófano.

El cirujano deberá realizar una intervención en el área tridimensional a través de la imagen proyectada. Durante el proceso, el especialista debe manipular y tener «sensación» de los tejidos a una distancia mayor de 30 cm. Para esta tarea se requiere el uso de distintos instrumentos que sustituyan a las manos. Esto significa que los cirujanos deben desarrollar un sentido de coordinación vista-tacto basado en la imagen proyectada en video.

Ventajas de la cirugía laparoscópica

Esta innovadora técnica ha supuesto, entre otras ventajas, una reducción del tiempo de hospitalización. Con la cirugía laparoscópica, a las 24 o 48 horas después de la intervención, la paciente puede volver a casa en la mayoría de las ocasiones, y al cabo de una semana podrá llevar de nuevo una vida normal.

Otro de los avances de esta cirugía lo encontramos en una importante reducción de las complicaciones infecciosas derivadas de la operación. Como la cirugía laparoscópica no conlleva la realización de grandes incisiones que se puedan infectar, esto impide que pasen gérmenes al interior del organismo.

Menor incisión, menos cicatriz

Las ventajas estéticas de la cirugía laparoscópica son evidentes, pues la cicatriz de una laparoscopia es prácticamente inexistente, frente a las cicatrices mayores de la cirugía convencional.