Con esta serie de recomendaciones indicadas enla introducción, que van orientadas a establecer unos hábitos horarios de alimentación y descanso, «lograremos equilibrar la rutina del organismo ante alteraciones externas, así como educar a nuestro sistema digestivo, que aprenderá a demandar nutrientes de forma equitativa y coordinada. Debemos acostarnos, además, en un estado de relajación mental que nos permita descansar adecuadamente, para lo que pueden ayudarnos las infusiones o los suplementos alimenticios naturales», explica el director médico del Grupo NC Salud, Carlos Fernández.

Y es que, tal y como ha recordado el especialista europeo en Medicina del Sueño, Eduard Estivill, el cambio de horario de verano se soporta «peor» que el del invierno, debido a que el cuerpo tiene menos dificultades a adaptarse a un día de 25 horas que a uno de 23. No obstante, este experto ha asegurado que las consecuencias de este cambio «no son tantas» como las que existen con otros problemas horarios que se producen normalmente.

«La gran mayoría de la población realiza cambios horarios mucho mayores a una hora durante los fines de semana, cambios bruscos a la hora de acostarnos o levantarnos. Y lo mismo sucede con nuestros horarios veraniegos, lo que conlleva muchas dificultades para dormir cuando nos reincorporamos al trabajo, en definitiva, los llamados 'jet lag de fin de semana' y 'jet lag de verano o vacacional», ha argumentado el doctor Estivill.

Ahora bien, a todas las personas no les afecta igual este cambio horario. El neurólogo especialista en Trastornos del Sueño del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid del Hospital Nuestra Señora del Rosario, Francisco Valenzuela, ha avisado de que los pacientes con demencias, así como los niños y ancianos, son los más afectados.