El ser humano nace, crece, se reproduce y muere. Desde tiempos remotos nos desarrollamos sabiendo que nuestro final está escrito, y que cada día que pasa ya no lo recuperamos. Nuestras células están programadas genéticamente para envejecer. Este proceso acontece de la misma forma desde hace millones de años, por tanto, es indiscutible que envejecemos desde que nacemos, como un proceso natural y fisiológico. Lo que puede estar plagado de matices es la forma de cómo envejecemos y nuestra actitud ante el paso del tiempo. Por tanto, hablar de antienvejecimiento en parte no sería del todo correcto.

El motivo de dedicar este artículo a comentar el tema del antienvejecimiento, es que está llegando y entrando con fuerza al mundo del suelo pélvico. Cada vez se publicita más y se oye más el término «antienvejecimiento vaginal» o «antiaging vaginal». Para poder abordar este tema, primero es necesario saber que un porcentaje elevado de mujeres pueden padecer problemas relacionados con la atrofia de los tejidos, propia del proceso natural de envejecimiento con el paso de los años. Entre las causas que pueden dar problemas o síntomas adversos se encuentra la menopausia, debido a la disminución hormonal, así como la aparición de incontinencia de orina y sequedad vaginal. También encontramos las secuelas que acontecen tras cirugías previas en la zona genital o tras la episiotomía (sección de los labios vaginales tras el parto). Encontramos, cada vez con mayor frecuencia, la dolencia denominada liquen esclerosante, que ocasiona un endurecimiento y estrechamiento vaginal que puede provocar dolor al orinar y dolor en las relaciones sexuales, así como picores. Este tipo de problemas, que producen un importante malestar físico y psicológico, requieren un enfoque y un tratamiento multidisciplinar.

Desde la medicina regenerativa se ofrecen tratamientos con células madre, factores de crecimiento, láser, etc., si bien es cierto que son técnicas y tratamientos que todavía encuentran una escasa evidencia científica, por lo que son utilizados con cautela y por expertos en la materia puesto que, como cualquier tratamiento médico, pueden tener efectos adversos. Desde la fisioterapia y con un nivel de evidencia escaso, pero con resultados clínicos medidos en mejora de calidad de vida, también trabajamos con electroterapia/radiofrecuencia la activación del trofismo de los tejidos vaginales con lo que conseguimos aumentar la lubricación natural y extenderla en el tiempo, así como la mejora de la elasticidad y el tono de los tejidos.

Volviendo al tema del antienvejecimiento, está cobrando una relevancia importante el campo de la estética vaginal, que, debido al avance de las técnicas depilatorias, y a la moda de la depilación integral, aparecen el monte de Venus (pubis), el clítoris y los labios menores como enemigos para algunas mujeres. Con esta moda, aparece una nueva realidad del propio cuerpo, y las partes íntimas son vistas con un tamaño no apropiado y se produce un rechazo al propio cuerpo que antes no existía. Aparece entonces la presión ante el envejecimiento fisiológico y una necesidad creada o no, de revertir ese proceso fisiológico y aspirar a esos alentadores tratamientos estéticos con los que se augura un suelo pélvico de 20 años.

Sin ánimo de frivolizar y sin acaparar competencias que no son mías y con todo el respeto a los profesionales, cuando me enfrento a mujeres que me preguntan por estos temas les explico que no todos los suelos pélvicos de 20 años están fabulosos ni todos los de 50 años están para desahuciarlos. Que lo importante es tener claro si se trata de una necesidad real o si está inducida por los medios de comunicación, por la presión de la eterna juventud o si es heredada de otras mujeres. Una vez discernida la prioridad, es necesario tener en cuenta que cualquier tratamiento médico-quirúrgico puede conllevar secuelas irreversibles (como dolor pélvico crónico), y que algunos problemas de salud podrían agravarse todavía más. Por ello, es necesario acudir a un buen profesional para obtener información de calidad y saber elegir el tratamiento adecuado, porque, si las mujeres no teníamos suficiente con tener obligatoriamente que parecer jóvenes por fuera, ahora nuestras partes íntimas también tienen que parecer y estar jóvenes. ¿A qué coste?; no era suficiente el marketing en torno al contorno de ojos y los labios sin arrugas, un marketing de rodillas jóvenes y glúteos y senos en su sitio; ahora también nuestra vulva debe parecer joven. Acabo afirmando que soy contraria a la presión que se ejerce contra el envejecimiento de las mujeres y a favor de envejecer dignamente, con calidad de vida, disfrutando de nuestro cuerpo y disponiendo de la información necesaria.