Esto es algo desconocido para muchísima gente, los óvulos se gastan y no se regeneran. El ciclo reproductivo es algo distinto en hombres y mujeres. Mientras que los hombres pueden generar células germinales masculinas, es decir, espermatozoides, durante toda su vida; en el caso de las mujeres, nacemos con «los óvulos contados». El feto femenino empieza a fabricar óvulos desde las nueve semanas de gestación, por ello, al nacer contamos con un determinado y limitado número de folículos (cercana al millón). Dentro de cada folículo, se encuentra un óvulo inmaduro, junto con otras células que producen las hormonas necesarias para que éste madure en un futuro.

La reserva ovárica se va gastando ya que la inmensa mayoría de los ovocitos dentro de los ovarios muere continuamente, hasta que se agotan en la menopausia. Muchos óvulos maduros y fecundables se liberan periódicamente durante la fase reproductiva de la mujer, y otros muchos simplemente se degradan o atrofian dentro del ovario. Una mujer que comience a menstruar a los 13 y tenga la menopausia a los 50, ovulará un número aproximado de 500 óvulos durante toda su vida. Esto se conoce como vida fértil, y puede variar de una mujer a otra.

¿Y los óvulos que no se ovulan?

Lo que ocurre es que, en cada ciclo menstrual, sólo comienzan a desarrollarse ciertos folículos. Estos folículos comienzan a crecer, sin embargo, el organismo femenino «apostará» solo por un folículo en concreto el cual se desarrollará hasta convertirse en un óvulo maduro y fecundable. El resto se detendrán en su proceso madurativo. Este único ovulo maduro si llega a ser fecundado, dará lugar a un embarazo. En ocasiones, hay dos óvulos maduros que son ovulados en un ciclo, si éstos fecundarán tendríamos un embarazo de mellizos.

Durante la etapa fértil de la mujer, el organismo selecciona los mejores folículos para desarrollarlos en cada ciclo, es decir, cada 28 días aproximadamente. Por ello, cuando se alcanzan los 35 años, quedan pocos folículos y de peor calidad. Por tanto, a pesar de que nacemos con un buen número de óvulos, no son tantos como parecen. La mayoría no madurarán y por tanto no serán útiles para la reproducción.

¿Cómo conocer la reserva ovárica?

Actualmente no disponemos de ninguna prueba diagnóstica que nos indique al 100% cuál es la reserva ovárica de una mujer, sin embargo, hay varios parámetros que pueden darnos una idea. Lo habitual es realizar una analítica en la que se cuantifique la hormona FSH (hormona folículo estimulante) y la hormona antimulleriana. Además de estas analíticas, se debe realizar siempre una ecografía transvaginal para el recuento de los folículos antrales. Este recuento de folículos puede predecir el número de ovocitos viables y con capacidad de madurar de forma natural o mediante fármacos si se deseara empezar un tratamiento de reproducción asistida.

¿Cómo preservar la fertilidad?

El estilo de vida actual ha retrasado muchísimo la edad de la maternidad. Actualmente se sitúa en 31 años la media para concebir al primer hijo. Por desgracia, la edad fértil de la mujer de hoy en día sigue siendo la misma que la de 1950 y sabemos que a partir de los 35 años tanto la reserva ovárica como la calidad ovocitaria cae en picado. Pues bien, actualmente, la ciencia nos da la oportunidad de preservar la fertilidad, gracias a la vitrificación de óvulos.

La vitrificación de óvulos es una técnica de Reproducción Asistida que consiste en congelar los óvulos jóvenes y de buena calidad, pudiendo elegir así el momento de ser madre. De esta forma, preservaríamos los gametos femeninos para mantener la calidad que poseen en el momento de la extracción. Es posible que años más tarde la mujer o pareja deseen realizarse un tratamiento de fecundación in vitro, pues bien, utilizando estos óvulos criopreservados se aseguran que la calidad no ha disminuido con el paso del tiempo. De esta forma, no podemos frenar el envejecimiento de la paciente, pero si el de sus óvulos al vitrificarlos.