Atrás quedan los turrones y dulces navideños, las comidas con larga sobremesa, el picoteo, los licores y alcoholes de alta graduación. Toca despedirse de las comilonas y los excesos de la Navidad y, eso sí, con algún kilo de más. Así nos pasa. Y eso a pesar de nuestra firme voluntad, antes de empezar con los festejos. El final ya lo conocemos, nos dejamos llevar y damos rienda suelta al paladar con el nefasto resultado que eso tiene en la báscula y en nuestra salud.

En busca de la dieta milagrosa

Una vez que nos plantamos en enero -y claramente después del roscón de Reyes, que eso no lo perdonamos, tampoco- empezamos con la búsqueda del «Santo Grial»: aquel método o dieta perfecta que, milagrosamente, haga desaparecer los kilos navideños. Y así es, nos vamos a encontrar con muchos tipos de dietas y métodos que a primera vista encajan con lo que buscamos y que, además, vamos a adoptar sin pensárnoslo mucho. Unas dietas que prometen una gran pérdida de peso en poco tiempo, en la que obtendremos resultados a la velocidad de la luz y en la que no invertiremos demasiado esfuerzo en pensar o cocinar. «¡Con un té al día es suficiente!», se llega a oír por ahí.

La fórmula perfecta

Como profesional de la nutrición os aseguro que nos estamos equivocando en el planteamiento. Estamos tan acostumbrados a saltarnos los límites y a excedernos en estas circunstancias, que lo raro es no hacerlo. Vamos de dieta en dieta, buscando la que mejor nos va a funcionar, haciendo cambios radicales de alimentación, dejándonos guiar por personas en ocasiones no cualificadas, creando situaciones que plantean un riesgo en cuanto a carencias o déficits nutricionales€ en definitiva, nos importa bien poco la salud. Sólo queremos resultados lo más rápido posible.

Conviene empezar a cambiar el chip. Esto no se trata de ponerse «las botas» en navidades y pasar enero y febrero con una dieta estricta. Más bien interesa llevar a cabo un cambio de hábitos en los 12 meses que tiene un año. Es necesario mentalizarse de que es posible un modelo de alimentación saludable, tanto en vacaciones de verano, fiestas del pueblo, navidades y, en realidad, en cualquier evento que nos surja. Se nos olvida que la moderación es la herramienta perfecta.

El verdadero «Santo Grial» de las dietas

Un estilo de vida saludable que contemple la alimentación, la actividad física y el bienestar emocional sí es el «Santo Grial», al que me refería al inicio de estas líneas. Sin embargo, es la fórmula que menos gusta, porque significa que tenemos que esforzarnos y estar implicados para que todo funcione correctamente. Ahora bien, cuando seamos capaces de poner en orden estos tres aspectos (actividad física, alimentación y bienestar emocional) ya no tendremos que recurrir a ninguna dieta milagrosa ni a ningún método novedoso.

El equilibrio tan fácil y tan difícil

Encontrar el equilibrio resulta un trabajo duro que, en la mayoría de los casos, supone meses de trabajo. Todo cambio en la vida, sea alimentario o no, conlleva una implicación y un esfuerzo. Y es por ello que deberíamos darnos a nosotros mismos la oportunidad de hacerlo con tiempo, con todo el tiempo que necesitemos, sin ningún tipo de prisas porque cuando hablamos de cambiar a mejor, de mejorar nuestra salud a través de la alimentación, pequeños pasos van a suponer una mejora importante.Si pasadas las navidades te encuentras en esta situación, te aconsejo que te olvides de las dietas, olvida los alimentos prohibidos, las restricciones, las imposiciones y empieza a generar cambios reales que por pequeñitos que sean, se queden contigo en el día a día. Si por ejemplo la fruta es un alimento que escasea en tu alimentación, empieza por proponerte tomar una fruta al día. Rodéate de profesionales sanitarios que te acompañen, tomate tú tiempo, no tires la toalla en las ocasiones donde más te cueste y continua adelante. El proceso de cambio de hábitos es largo y dificultoso, pero merece la pena dar el primer paso para llegar, definitivamente, a donde nosotros queremos.