La Navidad ha llegado un año más, un acontecimiento para toda la familia y en especial para los niños que viven y disfrutan de lo mágico y de la fantasía de esta época.

Muchas veces esta fantasía e ilusión está muy relacionada con el regalo que Papá Noel y/o los Reyes les traerán como recompensa a su buen comportamiento o simplemente por un deseo o capricho.

En la actualidad nuestros hijos reciben una sobrecarga de estímulos comerciales a través de los medios de comunicación. Además, las grandes superficies se encargan de enviarnos a casa las revistas con cientos de posibilidades de regalo que excitan su mundo de fantasía o en el peor de los casos ayuda a potenciar su ego y su ambición a tener obsequios que muchas veces son muy costosos o poco educativos.

Se estima que los padres españoles regalan 8 regalos de media en Navidad y Reyes a sus hijos y otro de los impactos negativos de este exceso de regalos es que los hace indiferentes o le resten importancia a valores como el esfuerzo, la generosidad y la austeridad.

Es importante señalar que el rango de edad que más vulnerable es a este tipo de ideas se encuentra en edades entre 2 y 7 años. Son niños que distinguen muy poco la realidad de la fantasía, creen que sus deseos deben ser cumplidos y tienen poca tolerancia a la frustración.

Cuando les compramos todo lo que desean logramos que nuestros hijos desarrollen la sensación de que ellos se merecen todo, y que no tienen que trabajar ni esperar para obtenerlo. Esta actitud es muy dañina puesto que no se queda en la etapa de la niñez sino que perdura hasta la edad adulta en forma de irresponsabilidad, inmadurez e inestabilidad emocional.

¿Qué podemos hacer?

En este sentido, podemos ayudarnos por ejemplo, haciéndoles saber que papá Noel o los Reyes Magos no podrán traerles todo lo que desean y así los preparamos para una posible desilusión. También es bueno preguntar a los niños que regalos les harían realmente ilusión. Quizá los niños hagan una lista de mil regalos, pero es importante que intenten seleccionar unos frente a otros y que esperen aquellos que han elegido.

Regala juegos funcionales, creativos y que tiendan a la sociabilidad. Regalos con los que puedan jugar con otros niños o con los padres para incrementar así los lazos afectivos.

Si desde que son pequeños podemos cambiarles la expresión «me lo pido» o «lo quiero todo» a quiero sólo uno, nuestros hijos aprenderían a saber elegir y a no tener cosas que son innecesarias y a tener también alternativas de juguetes o regalos más baratos.

Retomemos esos momentos valiosos de familia dejando a un lado la tecnología, recordando y jugando con los juegos de mesa, conversando, compartiendo valores humanos y vivamos con alegría estas fiestas de navidad y fin de año mediante el amor, la caridad y la unión familiar.

¡Feliz Navidad!.