Nos encanta recibir regalos y en muchas ocasiones ser nosotros los que obsequiamos, sobre todo en estas fechas navideñas donde el consumo se dispara. Pero no siempre acertamos con el regalo y eso es porque nos falta empatía, no nos ponemos en el lugar del otro. Es una de las conclusiones de un estudio realizado por expertos estadounidenses en marketing.

El estudio señala que el fin que persigue el que regala y el que recibe no convergen. Mientras que el donante busca fundamentalmente sorprender e impresionar olvidando las preferencias y necesidades del otro, el que recibe valora que los obsequios sean útiles, versátiles y provechosos. Nuestra psicología cambia según el rol que desempeñemos en el acto de regalar.

Se aprecia que los regalos intangibles o de experiencia, como por ejemplo una invitación a una cena o entradas para un evento deportivo, también son apreciados porque hacen sentir una conexión emocional más fuerte. El precio o el tiempo empleado en elegir un regalo no aseguran su éxito, no son buenos predictores de su aceptación.

Los desajustes entre los que regalan y los que reciben cambiarían si los donantes eligieran los regalos basado en lo valioso que puede resultar para el que lo recibe. Y para eso deben ponerse en los zapatos del otro y no actuar de forma egoísta.