La fibra es un compuesto vegetal que ayuda a mejorar el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y disminuye la absorción de colesterol, por lo que es un elemento imprescindible en la alimentación diaria.

La fibra es uno de los elementos más abundantes de la naturaleza y se encuentra solo en los alimentos de origen vegetal, como las semillas, las legumbres, los cereales integrales, los frutos secos, las frutas y las verduras. Como las enzimas digestivas no pueden digerirla, la fibra pasa intacta a través del tracto gastrointestinal hasta llegar al intestino grueso, donde parte de ella se metaboliza por la flora intestinal.

No todas son iguales

En función de sus propiedades físicas y sus efectos en el organismo, se distinguen dos tipos de fibras que debemos combinar en nuestra alimentación:

Las solubles, como las pectinas, las gomas y los glucomananos, se disuelven en agua formando un gel viscoso en el intestino. Podemos encontrarlas de forma natural en las pulpas de la fruta, en las legumbres, en la avena y en algunas verduras. Constituye entre el 25% y el 40% del total de la fibra que consumimos en una dieta típica.

Las insolubles, como las celulosas, las hemicelulosas y la lignina, son más duras y no se disuelven en agua. Están presentes en algunas verduras, en las pieles de las frutas y, especialmente, en los cereales integrales. Es el tipo de fibra predominante que consumimos y constituye los dos tercios de la fibra total de una dieta típica.

Efectos de la fibra

Los alimentos ricos en fibra se digieren más lentamente, retrasando la absorción de la glucosa en sangre después de las comidas. Esto favorece el control de la diabetes, la absorción del colesterol, la estimulación del tránsito intestinal y la prevención del estreñimiento. Pero además:

Una dieta alta en fibra se asocia a un riesgo más bajo de enfermedad cardíaca.

La fibra soluble fermenta en el colon, produciendo sustancias que son esenciales en un intestino sano porque estimulan el crecimiento de la flora intestinal beneficiosa.

Por su efecto saciante, retrasa la sensación de apetito, de manera que puede ser una buena aliada en dietas contra la obesidad.

Las recomendaciones de ingesta de fibra de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se sitúan alrededor de los 20-30 gramos al día.