Frases como «Se vino abajo después del divorcio», «Era una cosa que se veía venir», «Nadie lo esperaba», «Lo peor son los niños», «Debía de haber tomado la decisión mucho antes», y así muchas más ponen de manifiesto una realidad cotidiana. Las relaciones de pareja nos importan y los periódicos, revistas y televisiones recogen detalles tanto del divorcio de Angelina Jolie y Brad Pitt como de la nueva relación de Isabel Preysler. También de los nuevos matrimonios, desde la realeza a deportistas. Los ciudadanos de a pie nos vemos de alguna manera reflejados y así se explica el interés y la rentabilidad de los medios.

El cómo y cuándo explicar las razones de la ruptura a los hijos no es fácil. En lo sucesivo en este artículo solo emplearé la palabra divorcio, aunque también me refiera a la separación legal. El divorcio supone la finalización del matrimonio mientras que la separación legal es el cese efectivo de la convivencia. Coinciden en las medidas con respecto al cuidado de los hijos (gastos, custodias, visitas, etc).

El año pasado en la Comunidad Valenciana hubo alrededor de 17.000 matrimonios y 11.000 divorcios. De los divorcios, más del 50% eran de familias con hijos menores de edad.

Cuando un padre, una madre, una pareja me pregunta sobre cómo explicarle a los hijos una decisión tan trascendental y qué repercusiones tendrán sobre los hijos les digo que los hijos se beneficiarán de la desaparición de un clima de tensiones contenidas o manifiestas pero que es frecuente que tengan a veces trastornos del sueño, apetito, rabietas, regresiones (perder el control de la orina de noche), dolores de cabeza, dolores abdominales. Los más mayores y los adolescentes pueden además volverse agresivos, faltar a clase, empeorar su rendimiento escolar, deprimirse. Está claro el papel del pediatra.

Hay que hacer entender a los padres que lo más importante es todo lo relacionado con el bienestar de los hijos, tratar de que el proceso sea lo más amistoso posible e insistir en que nunca hay que hacer comentarios negativos sobre el otro miembro adulto de la pareja.

Es un grave error tratar de que los hijos tomen partido por uno de los padres.

Aspectos prácticos

Conviene preparar bien y con antelación el momento de comunicar la noticia, explicándolo de forma clara, con palabras que entiendan. Un tiempo prudente para hacerlo es entre una y dos semanas antes de que se haga efectiva la ruptura de la relación entre los padres.

Si hay más de un hijo y tienen edades dispares, mejor hacerlo de forma separada.

Los hijos no son la causa de la situación y los padres deben tenerlo presente y hacer hincapié en este aspecto. Y aún así a veces se sienten culpables.

Hay que decirles si cambian o no de colegio, enseñarles el nuevo hogar que compartirán con el cónyuge que se va del domicilio actual, qué tipo de acuerdos les afectan (visitas, fines de semanas, vacaciones, viajes). Para nada vale ocultarles datos que les afectan y que ellos mismos comprobarán.

Comunicar a los familiares, a profesores y al pediatra la noticia.