Un tanoréxico nunca está satisfecho. Su tono de bronceado siempre es insuficiente, así que aprovecha el sol durante todo el año o acude a las cabinas de rayos uva para estar más y más moreno porque sufre un trastorno de su propia imagen y, a menudo, tiene depresión y ansiedad.

La tanorexia es una dismorfofobia, es decir, una alteración de la percepción que uno tiene de sí mismo.

En España, son diagnosticados 5.000 nuevos casos de cáncer de piel cada año y su incidencia aumenta un 7 %, según la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV). La mayor parte están relacionados con la excesiva o inadecuada exposición al sol.

Aunque no existen datos concretos de incidencia de este trastorno, la psicóloga experta en adiciones y ansiedad Cristina Mae Wood explica a Efe que podría afectar a cerca del 1 % de la población en general.

Son adictos al bronceado, un problema que se agrava si no son conscientes de ello y de las consecuencias, como el riesgo de cáncer de piel.

"No se ven lo suficientemente morenos, nunca es suficiente", y cuando se ponen frente al espejo se ven pálidos, asegura Mae Wood.

Y es un trastorno que afecta mucho más a mujeres que a hombres, según la psicóloga, aunque difícil de cuantificar. La edad de más riesgo suele estar entre los 15 y los 35 años.

Pero el buen tiempo del verano se hace irresistible para "tostarse" y verse, según creen, más atractivos y sentirse mejor.

Entonces, ¿cuando comienza la adicción? La psicóloga general sanitaria María Blanca Madrid lo tiene claro: cuando hay una relación de "dependencia" respecto a las radiaciones.

Madrid asegura a Efe que cualquier adicción no surge repentinamente, ya que primero hay un "uso", después llega el "abuso" y, por último, no se puede vivir sin ello.

El adicto al bronceado necesita el sol diariamente y, si no es posible, usa los aparatos de rayos uva, pese a estar catalogados como cancerígenos por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, acrónimo en inglés).

Y esta dependencia tiene una explicación: a nivel orgánico, las radiaciones solares generan neurotransmisores de placer. "De ahí, el enganche a hacerlo todos los días", apunta Madrid.

Una adicción se mide según frecuencia, intensidad y duración del sujeto con aquello que le satisface.

Por eso, Mae Wood indica que el tanoréxico estará todo el día bronceándose, independientemente de la hora y de la intensidad de los rayos ultravioleta. Es más, no irá de vacaciones adonde apenas pueda verse el sol.

Además, detalla, cuando empieza la época estival "no se atreve a llevar ropa ligera si no está bronceado para no mostrarse".

Esto puede interferir en su vida diaria, dando lugar a problemas sociales e, incluso, laborales. Tiene "fobia" a no resultar físicamente atractivo y eso hace que "no le importen los riesgos de su adicción", dice Mae Wood.

Por eso, aclara María Blanca Madrid, es conveniente que el tanoréxico reciba ayuda de dos especialistas: del dermatólogo, para reconocer y tratar los problemas cutáneos; y del psicólogo, para tratar este trastorno.

Generalmente, está relacionado con la ansiedad y la depresión, que también deberán tratarse en la terapia. El tanoréxico tiene que ser consciente del problema mental que sufre y de las consecuencias.

Mediante una terapia cognitiva conductal, se trabajará, entre otras muchas cosas, su pensamiento y autoestima, para hacerle ver que la parte externa de alguien no es lo más importante.

"Tienen que atreverse a no estar tan morenos", apunta Mae Wood, para darse cuenta de que los demás no le rechazan.

Carolina Medina, dermatóloga de la AEDV, explica a Efe que las personas que tienen obsesión por estar morenas no se dan cuenta de que su cuerpo va acumulando una radiación que puede producir cambios celulares y acabar en cáncer de piel.

La piel tiene memoria y el cáncer podría originarse "incluso a los cinco años" de comenzar a tomar el sol de manera descontrolada.

No solo eso, también da lugar, señala la dermatóloga, al deterioro y envejecimiento prematuro de la piel y a la aparición de manchas cutáneas.

Este y otros trastornos relacionados con la propia imagen son fruto de una sociedad que exige, en especial a las mujeres, un aspecto físico radiante, coinciden estas expertas. Por eso, Medina reitera que cada uno tiene que aceptar el color natural de su piel sin dejarse llevar por modas.