Aunque el acné es una enfermedad que siempre hemos asociado con la pubertad y la adolescencia, en los últimos años vengo observando un cierto repunte de esta patología en pacientes muy jóvenes o de una edad bastante avanzada. Hay evidencias que apuntan a que este incremento en la incidencia del acné es la consecuencia sobre la piel de una serie de factores: desequilibrios causados por nuestro ritmo de vida, exposición a la polución ambiental, una mala alimentación, etc.

Este nuevo escenario, cada vez con más frecuencia, acerca a nuestra consulta a niños en edad prepuberal acompañados de sus padres y a adultos que, a parte de su molesta sintomatología y el problema estético derivado del acné, suponen un reto médico y terapéutico por la contraindicación -al menos en algunos casos- del uso de determinados fármacos como la isotretinoina, los antibióticos, etc. Niños de corta edad a los que les resulta difícil asimilar lo contratiempos derivados del uso de fármacos cuyos efectos secundarios son bastante acusados y padres temerosos por sus hijos. El caso de los acnés tardíos nos plantea un desafío que no es demasiado diferente. Muchos de las pacientes adultos, sobre todo las mujeres, muestran grandes reticencias a ingerir fármacos que, como hemos explicado, pueden tener efectos secundarios o que simplemente están contraindicados, por ejemplo, en el caso de las mujeres embarazadas o de aquellas que estén intentando ser madres.

Luces LEDs: un tratamiento alternativo, efectivo y sin efectos secundarios.

Con todas estas circunstancias como telón de fondo, en los últimos años hemos tenido que buscar nuevas líneas terapéuticas que nos permitieran dar una respuesta a todos esos pacientes. Una vía de terapia no farmacológica, poco invasiva pero, evidentemente, efectiva. El uso de fototerapias lumínicas con tecnología médica LED (Light Emitting Diode) ha supuesto esa respuesta para el tratamiento del acné por vía tópica.

Como he explicado, los LEDs, suponen una forma de tratamiento que entra dentro de las llamadas fototerapias. Esta tecnología se basa en el empleo de las radiaciones lumínicas del espectro visible con una longitud de onda determinada (en este caso entre 400-750 nanómetros) para tratar determinadas patologías de la piel. Los LEDs son mecanismos formados por diodos semiconductores recubiertos de una cápsula transparente que emiten una luz coherente y altamente direccional. Utilizan un sistema parecido al empleado por el Láser de Diodo: una potencia suficiente como para penetrar a diferentes profundidades de la piel y ejercer un efecto fotoquímico en sus células.

El tratamiento con LEDs se basa en la exposición del área afectada por acné a la radiación lumínica no térmica con un grupo de lámparas de luz seleccionadas situadas a escasos centímetro de la piel durante un determinado periodo de tiempo. Los LEDs más utilizados en fototerapia son violeta (405-420 nm.), azul (470 nm.), amarillo (585-590 nm.), rojo (630-670 nm.) y verde (525 nm).

Los efectos del tratamiento con luces LED se traducen en mejoras biomecánicas en los tejidos expuestos a la luz gracias a la estimulación intracelular, en la reorganización molecular y en la estimulación o inhibición de ciertos procesos celulares. En otras palabras, gracias a esta terapia lumínica conseguiremos con el espectro rojo y amarillo un aumento de la producción de fibras de colágeno y su reorganización atenuando pequeñas arrugas, discromías y produciendo una tonificación de la piel. Con el espectro de luz azul actuaremos sobre la bacteria propionibacterium acnes, causando un efecto bactericida que nos permitirá una mejora paulatina en la evolución de la enfermedad.

En resumen, el uso de LEDs está resultando un buen complemento en los tratamientos convencionales y se ha convertido en una estupenda alternativa en los acnés que no pueden ser tratados por vías farmacológicas. La luz roja por sus efecto inflamatorio y regenerador del colágeno nos ayuda a la atenuación de las manchas y cicatrices. La azul, por su parte, gracias a su capacidad bactericida nos permite reducir o eliminar los tratamientos con fármacos. Una alternativa terapéutica que exige sesiones periódicas con el paciente pero que está exenta de contraindicaciones y nos está ofreciendo magníficos resultados médicos.