Lo sé. Habrá a quien le pueda parecer una extravagancia hablar de depilación láser en el mes de enero. A mí, sin embargo, lo que me escandaliza cada año (aquí hablo como médico) es que se anime a los pacientes a depilarse con láser cuando el verano está a punto de llegar a nuestras latitudes. Desgraciadamente, la tendencia en el mercado es que un buen número de campañas publicitarias inviten a depilarse con láser o con las populares fotodepilaciones justo cuando se aproxima la época estival.

La lógica parece aplastante. La depilación se percibe popularmente como una forma de mejorar estéticamente y, ciertamente, el verano es tiempo de destape, de «lucir palmito». Y si bien la lógica parece aplastante, la ciencia médica va radicalmente en contra de ese argumento. Digámoslo claro: el gran enemigo en la preparación y recuperación de la piel para una depilación láser es el sol. En otras palabras, si queremos lucir sin vello corporal en verano, médicamente deberíamos advertir de que el momento de eliminarlo es sin duda ahora, en pleno invierno.

No es casualidad que cuando, hace ya más de dos décadas, en el Centro Dermatológico Estético creáramos la Unidad de Depilación Láser, fuese desde sus orígenes un área de trabajo eminentemente «médica». La depilación incide directamente sobre la piel. El láser es una herramienta poderosa, la más eficaz para eliminar el vello corporal. Pero también es una tecnología que en manos inexpertas o manejada sin criterio médico puede provocar efectos indeseados y que, en ocasiones, son difíciles de solucionar. Por eso considero fundamental aprovechar esta tribuna ­-el momento lo requiere­- para hablar de depilación láser; más correcto aún, de depilación láser médica.

Me gustaría insistir en primer lugar sobre lo comentado al comienzo de este artículo: en invierno, con la caída del sol, es el mejor momento para depilarse con láser.

La segunda idea muy importante es que toda depilación debería ir precedida de un completo análisis e historial clínico. Son muchos los argumentos que lo justifican médicamente. En algunas personas que tienen exceso de vello, esta circunstancia puede ser consecuencia de alteraciones hormonales. Son casos en lo que, aparte de la depilación, se debe prescribir un tratamiento médico adecuado.

Por lo general, además del historial médico del paciente, es importante hacer un análisis del fototipo de piel, del color del vello a eliminar, su grosor, etcétera. La estrategia de depilación de pieles más morenas o más claras, de vello más oscuro o más rubio deber ser también diferente. No podemos olvidar que la tecnología láser nos permite ofrecer los mejores resultados de depilación, pero que éstos dependerán de la adaptación de la longitud e intensidad de onda y de la elección de la plataforma o plataformas láser más adecuadas a la casuística de cada zona a tratar y del fototipo de cada paciente.

En nuestro Centro contamos con tres plataformas láser de última generación: Láser Alejandrita, Láser de Diodo (para pieles más broceadas y vello más fino) y Láser de Neodimio (adecuado en pieles oscuras y vello blanco). La combinación de estas plataformas nos permite adaptar la estrategia depilatoria a las circunstancias de cada paciente obteniendo unos resultados sobresalientes.

La tercera idea sobre la que me gustaría incidir tiene que ver precisamente con las zonas a depilar. No es lo mismo, ni obviamente entraña los mismos riesgos, la depilación de la cara o las zonas perigenitales que la eliminación del vello, por ejemplo, en las piernas. Si en general, como hemos descrito, la depilación debería ser supervisada médicamente, en el caso de estas zonas «delicadas» esto debería ser casi prescriptivo.