Uno de los dolores más frecuentes entre la población es la cervicalgia. Esta aflicción músculo-esquelética se localiza en la región cervical y puede constituir un grave problema para aquellas personas que la padecen. La edad en la que se suele sufrir varía de tal manera que pueden sobrellevarla desde niños a ancianos.

Entre las vértebras se interponen los discos intervertebrales que actúan como amortiguadores del sistema. Si se desgastan o se comprimen, los nervios que salen a través de los agujeros intervertebrales pueden ser irritados y provocar dolor en el cuello o los brazos hablándose de cervicobraquialgia.

La cervicalgia puede depender de múltiples factores como la edad, el sexo, la genética, los traumatismos, la postura tanto personal como profesional, el estilo de vida y el grado de estrés al que estemos sometidos. Mientras que los primeros factores mencionados son inmodificables, los tres últimos sí lo son y su tratamiento depende de un buen diagnóstico inicial y un programa de reeducación de la postura, basado en movimientos suaves y relajados y la mejoría de la postura.

Hay que aprender a moverse de forma más armónica y adoptar posturas más fisiológicas. Debemos realizar una aproximación global de la cervicalgia que incluya no sólo los movimientos mecánicos de la columna cervical, sino también la postura corporal y al sistema cráneo-cérvico-mandibular.

Una valoración kinesiológica postural y funcional global es imprescindible para diagnosticar si existe relación entre la oclusión y el problema cervical. Esta evaluación se realiza tanto en estática como en dinámica con test de movimiento que permiten a la propia persona conocer mejor su situación inicial y evaluar la mejoría conseguida con el tratamiento. El equilibrio o desequilibrio de la boca tiene influencia directa sobre la postura corporal.

Una mala postura puede provocar, entre otras molestias, dolor de cabeza, del lado de la desviación, dolor facial, dolores de oídos, vértigo, ruidos en el oído, problemas de vista, de cervicales, torticolis, hormigueo, dolor intercostal, taquicardia, frío, dolores digestivos, problemas en la menstruación, lumbago, problemas de rodilla, tobillos...