Hace ya bastantes años me presenté al médico del trabajo del hospital donde estaba en NuevaYork con la singular queja de que la lectura del «NewYork Times» me producía estornudos y secreción nasal masiva de un líquido trasparente y fluido. Recuerdo que el médico escribió en su historia clínica: «Se queja de alergia al NYT». No sé si lo hizo con intención; desde luego, se equivocaba: todavía hoy procuro leer diariamente, en internet, al menos los titulares de ese periódico para mí ejemplar a pesar de que, naturalmente, no sea perfecto.

Entonces, era 1986, yo no sabía, y ese médico tampoco, que hay un tipo de rinitis, la vasomotora, que, típicamente, se desencadena por la tinta impresa. El NYT, por razones que ignoro, desprende mucha tinta: uno se mancha las manos al leerlo. Qué curioso, otra imagen que no coincide con lo que yo pienso del periódico. Lo mismo que mancha las manos, desprende una nube de tinta al desplegarlo.

Yo, en aquellos años, acabé por ponerme un pañuelo cubriendo la boca y la nariz mientras lo leía, porque no renuncié al placer de recogerlo diariamente en la puerta de mi apartamento y disfrutar del desayuno con sus noticias.

La nariz no es sólo una pieza por la que entra el aire y donde, por eficiencia, se colocaron las papilas olfativas. Cuenta con una microcirculación muy rica que tiene funciones fisiológicas muy importantes.

La sangre, como en las calefacciones por agua, es el sistema de calentamiento del cuerpo. En la nariz atempera el aire que inspiramos, además de filtrarlo gracias a que los obstáculos al flujo lo enlentecen y ese mismo flujo sanguíneo transfiere humedad al aire inspirado. Éstas son funciones bien conocidas. Menos conocidas son las de control de la inflamación, el transporte de líquido para la formación de mucosa y, naturalmente, aportación de oxígeno y nutrientes para las células de la nariz.

También la microcirculación de la nariz es una vía de entrada al torrente circulatorio, bien sea de partículas, como alérgenos, o de medicación. Las alteraciones de esa microcirculación producen muchas de las manifestaciones patológicas de la nariz, como la congestión nasal o lo contrario: la secreción nasal.

No hay nada que distinga la rinitis vasomotora de otras rinitis; por ese motivo su diagnóstico es por exclusión. Como todas, su clínica es congestión o secreción nasal que puede ir acompañada de estornudos. Además de no existir ninguna prueba que certifique que éste es el problema, no se sabe qué la causa. Hay ciertas cosas que la desencadenan: algunos olores como perfumes u odorizantes, el humo de tabaco, la pintura o la tinta; la atmósfera seca puede facilitar que aparezca o empeore, lo mismo que el alcohol, ciertos medicamentos, algunos alimentos como los picantes, las emociones fuertes y, según mi experiencia, el insomnio.

Algunas personas con rinitis vasomotora sufren fundamentalmente de secreción nasal mientras en otros su síntoma cardinal es la congestión, si bien los hay que combinan ambos. La idea es que los que manifiestan rinorrea es porque tienen una alteración local de su sistema nervioso colinérgico. El organismo rige su complicada organización mediante dos sistemas: el nervioso y el endocrino. El primero es más rápido, más específico y tiene un componente voluntario y otro involuntario.

En endocrino es más lento y siempre involuntario. El componente involuntario nervioso es fundamentalmente el denominado autonómico o vegetativo: el simpático y el parasimpático. Las sustancias efectoras son la adrenalina y la acetilcolina. Esta última es la que hace que las glándulas mucosas segreguen moco.

Por eso una de las formas de tratar las rinitis vasomotoras que son secretoras es con anticolinérgicos locales mediante inhalación. El otro tipo de rinitis, la congestiva, quizá se deba que las terminaciones nerviosas que perciben las agresiones están desreguladas e interpretan estímulos no dañinos como tales enviando una orden de cierre de la nariz para evitar daños. En estos casos lo que conviene es descongestionar y puede ser útil un corticoide inhalado por la nariz.

La rinitis vasomotora es un problema de salud menor pero que por afectar amucha gente, quizá unos 2 millones en España, tiene bastante importancia. Para diagnosticarlo suele bastar una buena historia clínica, aunque a veces convenga descartar alergia. El tratamiento, además de evitar los estímulos conocidos, debe basarse en la respuesta a la medicación mediante el prudente ensayo y el error de las diferentes forma de abordarlo. Hay veces que el síntoma predominante son los estornudos, además de la incómoda rinorrea. En esos casos puede ser útil un antihistamínico inhalado. En los casos puros, ya he comentado cuál puede ser la primera opción: anticolinérgicos locales si es secretora y corticoides locales si es obstructiva. Existen alternativas de segunda línea a estos tratamientos que se ensayan cuando fracasan los primeros.