Las cremalleras, largas y plateadas, prácticas o decorativas, se impusieron en las colecciones de otoño-invierno de Balenciaga y Carven, firmas que se encargaron de abrir la tercera jornada de la Semana de la Moda de París.

El desfile de Balenciaga fue el primero en descubrir el ataque de las cremalleras metálicas, que recorrieron de arriba a abajo mangas de abrigos y perneras de pantalones, y se cruzaron en pecheras, bolsillo y codos.

Los bolsos también llegaron acompañados, por otros bolsos y bolsas, que se llevaron con abultados guantes largos, mientras que las solapas fueron únicas: solo una por abrigo, cruzada por encima de un cuello liso.

La silueta de la coraza de samurái glorificó las hombreras redondeadas y las estrechas cinturas de metálicos cinturones, mientras que un ínfimo bolero en trampantojo se superpuso a jerséis de punto y a elegantes blusas anudadas en el frente.

La supermodelo brasileña Gisele Bündchen clausuró este tercer desfile del diseñador californiano Alexander Wang para Balenciaga, al que acudió el rapero estadounidense Kanye West.

La larga cremallera plateada también estuvo presente en Carven, firma que la estiró verticalmente en los vestidos y en los trajes de chaqueta y falda, y la resguardó bajo gruesos cinturones a juego con el material del conjunto.

Las faldas largas se abrieron entre los dientes metálicos, mientras que las cortas y los abrigos lucieron un corte "evasé", sobre botas negras altísimas que subieron por encima de la rodilla y bajo cuellos de estampado de leopardo.

La diseñadora irlandesa Sharon Wauchob también utilizó "animal print", además de aplicar encajes, corazones de pedrería y minivolantes a una colección otoño-invierno dominada por el negro, con pinceladas moradas o burdeos.

Wauchob fundó la firma que lleva su nombre a finales de los noventa, tras su experiencia en Louis Vuitton, y compaginó durante varias temporadas su proyecto personal con la dirección creativa de Edun, la compañía con la que Ali Hewson y su marido, Bono, líder de U2, buscan promover el comercio justo en África.

"Esta temporada quería mezclar cuero y seda; más bien, usar el cuero casi como si fuera seda", explicó la diseñadora, tras un desfile en el que los vestidos fluyeron entre la transparencia y el mate de las pieles, en una sintonía que llegó a incorporar flecos de pedrería negra.

Los pantalones de campana recorrieron con discreción la pasarela instalada en uno de los salones del Hotel Westin, entre la Plaza Vendôme y el Jardín de las Tullerías.

En la tercera jornada de la Semana de la Moda de París, también presentó su colección Ann Demeulemeester, quien anunció el pasado mes de noviembre en una carta manuscrita enviada a las redacciones de los medios de comunicación que se retiraba de la firma que fundó en 1987.