La diseñadora gallega, desbordada por la repercusión mundial de sus modelos para las hijas de los nuevos reyes de Holanda, que fueron escogidos por catálogo

La diseñadora Pili Carrera siente un "agradecimiento eterno" hacia la Casa Real de Holanda por escoger uno de sus modelos para vestir a las hijas de los reyes de los Países Bajos, Guillermo Alejandro y Máxima, el día de su investidura, pero puntualiza que "todos" sus clientes "son reales".

"Todo el que entra en una tienda nuestra es un cliente real. Gracias a ellos estamos aquí", destaca Carrera, al frente de una empresa familiar instalada en la localidad pontevedresa de Mos que se ha extendido por medio mundo y aspira a poner una pica en la Quinta Avenida de Nueva York. Ahora bien, admite que el impacto promocional de la imagen de las hijas de los reyes holandeses, Catalina Amalia, Alexia y Ariane, saludando desde el balcón del palacio real de Ámsterdam vestidas con un modelo suyo "no tiene precio".

Apenas 24 horas después de la ceremonia, la firma gallega de moda infantil registró multitud de peticiones para abrir franquicias en el extranjero, cinco de ellas desde Holanda. Otro dato que ilustra la repercusión de aquella imagen es que "ya no queda casi ningún" ejemplar del modelo que lucieron las princesas en las tiendas de Pili Carrera, que puntualiza que no fue diseñado expresamente para la familia real holandesa.

La firma gallega remitió un catálogo con sus diseños a la Casa Real neerlandesa y, como gustaron, les solicitaron varios modelos.

El día de la entronización se encontró con que las princesas lucían uno de ellos, algo que la cogió "por sorpresa", porque no lo esperaba, relata Pili Carrera, quien recibió la noticia a través de la llamada de una amiga que veía la ceremonia por televisión. La diseñadora cree que las princesas "lucieron como soles" con los vestidos confeccionados en jacquard amarillo, con cuello barco, lazo en la cintura y espalda cruzada con botones de cristal, armado con un volante de tul y diadema a juego coronada por una flor amarilla. "Las niñas son muy bonitas, preciosas, y el vestido, también. Hicieron un buen tándem", dice.

La nube de Taminiau

De Galicia a Holanda. El modista holandés Jan Taminiau todavía no se ha despertado del sueño que para él ha supuesto haber vestido a la reina de Holanda en la ceremonia de entronización y en la fiesta con la que se cerró ese día histórico. "Todavía no he bajado de esta nube, de este sueño hecho realidad que a veces todavía parece irreal", dijo ayer Taminiau en una entrevista con la agencia "Efe" desde la campiña holandesa que rodea a su taller de la localidad de Baambrugge.

La argentina apareció con una creación en azul añil con capa a juego de ese diseñador holandés, quien concibió el modelo con la intención de que irradiase la "solemnidad" de los fastos en los que iba a ser lucido.

"La capa de un largo pronunciado y hombros elevados refuerza el carácter de Estado de la ceremonia y contrasta con la fragilidad de los bordados del vestido", explicó el modisto, quien se inspiró en la porcelana holandesa de Delft para la parte decorativa de la prenda.

El color azul tampoco fue casual: "Sabíamos que el rey iba a llevar rojo (de la capa de armiño) y blanco (camisa y chaleco), por lo que añadir el azul era simbólico, la parte que faltaba para los colores de la bandera holandesa y así mostrar el sentimiento de orgullo nacional adecuado para la ocasión", explicó.

Concebido "para un momento festivo", el vestido de la noche, en rojo ("un color que le va muy bien a Máxima"), daba más margen para un modelo "más femenino, ajustado en el cuerpo y con caída inferior en vuelo, reforzando la silueta", describió el creador de la pieza.

También en esta prenda los bordados de los que gusta Taminiau y que a todas luces también parecen agradar a Máxima tuvieron un lugar destacado. "El bordado de guirnaldas con formas tridimensionales permitía que los motivos florales que incluía se meciesen con el viento", apuntó el diseñador.