-¿Cómo se ve desde Francia el escándalo que azota al Gobierno español?

-No ocupa la primera plana, por lo menos en los diarios que yo leo. En portada llevan otros escándalos de corrupción, que en Francia también los hay.

-Usted también clama: "¡Que cante Bárcenas!"

-Sinceramente, de esos aspectos paso, y más ahora, a media hora de hacer una prueba de sonido.

-Le Figaro le saludaba hace unos días como "la gran diva del rock en español". ¿Se siente cómoda en ese título?

-Eso es como entrar en una reunión y que todo el mundo coincida en que llevas un vestido muy bonito. Bueno, tu sabes que el vestido puede estar bien pero no significa mucho más. Tengo los pies en el suelo y sé hasta dónde he llegado y me imagino hasta dónde puedo llegar y el camino que me falta por recorrer. Recibo ese 'título' con agradecimiento, cariño y con una cierta sonrisa.

-Los últimos vestidos que luce en sus conciertos llevan la firma de Gaultier.

-De Gaultier, de David Delfín y de otros. La ropa que uso en el escenario tiene que reunir una serie de requisitos: que sea cómoda, que no me impida los movimientos que suelo hacer en el escenario... No busco vestuarios estrafalarios, intento ir a mi aire y sentirme bien. Vestida de cuero no canto igual.

-Francia ha vibrado con el Tour, pero para tour el suyo. No deja de dar conciertos y agotar entradas en el país vecino.

-Para mí Francia es un tour casi ininterrumpido desde 1991. Y es una suerte porque es un público muy entregado y respetuoso al que me dirijo en mi francés y con el 80 por ciento del repertorio cantado en español, lo que supone todo un ejercicio de atención por su parte.

-¿Por qué tan pocos conciertos en España?

-Por varias razones. Una, tengo mucho trabajo fuera; otra, estoy cocinando un nuevo disco y no tengo tiempo para más; y una tercera y fundamental: después del año pasado, que hicimos más conciertos de los que pensaba, me dije que solo volvería a los escenarios españoles con nuevo material.

-Un nuevo disco que está "cocinando" y del que se resiste a dar detalles. ¿Diga solo a qué huele?

-A mucha aventura, a estados conocidos por la gente y deseados, y no puedo decirte más porque estoy a la mitad de ello. He grabado un total de 17 canciones, con lo cual tengo un disco enorme. Un disco con una cara descarnada, intensa y muy emotiva, y otra muchísima más ligera o transgresora. Tampoco me toca a mí ni tengo ganas de hacer un análisis de lo que soy o de lo que puedo representar, pero siempre tengo una sensación de dualidad y que he sabido llevar de la mejor manera posible. En ese sentido esa dualidad sigue presente.

-¿Por dónde le conquistan las canciones?

-Lo esencial es que me resulten emotivas, porque si me emocionan a mí tambien lo harán al público; exijo canciones que me toquen, que tengan un plus. Eso lo aplico tanto con las canciones de otros como con el material original. Si pasados unos meses eso no me estimula, no me enriquece o no me provoca algo, no me vale. Me da igual qué tipo de reacción, el caso es que haya alguna.

-¿Canta mirando a los ojos de la gente?

-Canto sabiendo siempre que tengo gente y que tengo individuos delante, nunca pensando que tengo masa, que todos son uno, jamás. No solo me fijo en los primeros, hasta donde llega mi vista corta, pero siempre pienso que hay alguien determinado a quien va dirigida la canción. Esa percepción no es gratuita, luego tengo la respuesta, después de un concierto así me lo transmiten. Lo contrario sería comunicarme con un color, y la gente no es un color, son muchas cosas.

-Hace unos días recibió en Los Ángeles un galardón a la excelencia musical. ¿Los premios son como ramos de flores?

-En este caso el premio era por mi carrera como compositora y autora y eso me dio mucho estímulo, algo que también me ocurrió cuando me dieron el Goya por dos canciones que hice junto con Pablo Guerrero. Siempre me he considerado por encima de todo cantante, intéprete, porque tengo unas características más desarrolladas en ese campo, pero por otro lado siempre he escrito, desde pequeña, aunque no haya sido muy prolífica.

-Suya es la frase "sufrir un cáncer tiene sus ventajas".

-Al decir eso me refiero a que incluso en los peores momentos uno puede sacar sus lecciones, pero las lecciones son tan duras que no sé si merecen la pena vivirlas o experimentarlas. Ante cualquier adversidad en la vida hay que tomar el toro por los cuernos y no echarle más drama del que hay. Siempre hay una luz en una puerta que a veces está casi cerrada. Se trata de ir abriéndola poco a poco, con nuestro esfuerzo y apoyándonos más en lo positivo que en lo negativo. Cuando eres adulto, de las experiencias duras sacas conclusiones que son grandes lecciones.