Si Diego el Cigala no fuera cantaor sería médico, pero como todo "le sale", al menos llevará toga de "doctor". Se la dará una universidad de República Dominicana, su nueva patria a partir del verano, harto de una situación que explica por qué su nuevo disco también se venderá, desde el día 28, en los quioscos. "En España no hay futuro. No culpo a nadie de lo que pasa, pero no encajo. Tengo 45 años y ha sucedido una hecatombe que nunca imaginé. Esos padres que se han matado pagando carreras a sus hijos para que luego emigren...", lamenta en una entrevista el madrileño, que edita ´Romance de la luna tucumana´ con sus "propios medios" y ´El País´, con el que se venderá el disco durante un mes.

Se va, asegura, para disfrutar más tiempo de sus hijos menores -de 16 y 7 años- y "tener un futuro" porque está a tiro de piedra de Miami, Nueva York, La Habana, México o Buenos Aires, un mercado, el americano, que le "adora", mientras que en España las giras "han desaparecido" y se cuentan con los dedos de la mano las actuaciones. "Aquí no hay cultura, no hay conciertos ni promotores. Lo de las discográficas es de chiste y encima la subida del IVA al 21 %. Cómo no va a salir la gente a la calle a manifestarse", se pregunta.

Ha pedido la doble nacionalidad, hispano-dominicana, porque será, argumenta, "más cómodo" para su familia. "Yo amo a España y me gusta mucho pero llega un momento en el que la situación te asfixia y si trabajas, trabajas para Hacienda. Necesito un cambio. ¡Cómo entiendo a Julio Iglesias!", bromea.

"Cargaíto" de oro, con un "rolex" en la muñeca que deslumbra, los dedos "encofrados" a fuerza de anillos y al cuello un "cadenón", Diego Ramón Jiménez Salazar, va hecho un "pincel", con traje oscuro, ´sleeper´" de terciopelo negro en los pies, un fular al cuello, unas "ray ban de Nueva York", y bien atusado su larguísimo pelo. "Me gusta ir bien pase lo que pase", se ríe a carcajadas, aunque el resultado a veces sea "tan sospechoso" que le ha llegado a costar cinco horas "de preguntitas" sobre sus "vínculos" con Arabia Saudí al pasar el control de inmigración en el aeropuerto Nueva York.

En ´Romance de la luna tucumana´, hace un homenaje a Argentina con once "poemas andinos", de ´La canción de las simples cosas´, a ´Balderrama´ pasando ´Por una cabeza´, que "firman" Mercedes Sosa, "venida" del mas allá para acompañarle en ´Canción para un niño en la calle´, Atahualpa Yupanqui, Alfredo Le Pera, Carlos Gardel o César Isella.

Este no es, precisa, un trabajo flamenco -"eso lo puedo hacer cuando me de la gana"- pero sus melismas flotan en el son del tango, la chacarera o la zamba, acompasados por músicos "tan extraordinarios" como Diego García ´el Twangero´, Yelsy Heredia, José Luis Quintana ´Changuito´, Juan José Suárez ´Paquete´ o Isidro Suárez.

Se lo dedica a Bebo Valdés, el responsable de que trascendiera el flamenco y llegara a otras músicas, y le duele tanto su muerte que se echa a llorar rememorando que al final él ya no recordaba quién era ni que una vez hicieron ´Lágrimas negras´.

Es su tercer disco "liberado", es decir, sin multinacional por medio, un camino que emprendió con ´Dos lágrimas´, del que ha vendido 250.000 unidades, y siguió con ´Cigala&Tango´, más de 220.000 copias. "Estoy muy contento de haber dado este paso pero no descarto entrar de nuevo en una discográfica. Lo que ocurre es que las reglas del juego han cambiado para siempre y nunca mas seré yo el que lo ceda todo", promete emulando a una "scarlatta o´hara gitana".

Son tiempos muy difíciles para la música, sostiene, con mucha "música rápida", entre la que puede perderse "la que tiene enjundia, raíces. La que dice quiénes somos y de dónde venimos"