¿Se puede inventar un color? Si es así, España inventó el rojo. Fue a inicios del siglo XVI, cuando en plena colonización de México descubrieron que la cochinilla, un insecto autóctono, segregaba un tinte similar a los pétalos de las amapolas. Eso sí, se necesitaban 7.000 para colorear medio kilo de tela. Por eso el rojo, además de ser la tonalidad hispánica por excelencia, se convirtió en el color más exclusivo; el pigmento con el que tenían que acicalarse todos los poderosos para demostrar que lo eran.