En los tiempos actuales en que todo es energía, todo se cuantifica y se valora en costes energéticos y en impacto ambiental. Les presentamos unas casas proyectadas por el arquitecto Llorenç Brunet donde el punto de partida ya fue justificar el diseño desde el punto de vista de la eficiencia. Llorenç, enamorado de su profesión, comenta con convencimiento absoluto que para que una casa sea muy sostenible debe valorarse desde tres modelos de eficiencia complementarios: eficiencia emocional, eficiencia material y eficiencia en el uso.

Lo primero que debe proponer un arquitecto es precisamente aquello que no es cuantificable, la capacidad de sugestión de los espacios. Es la parte emocional, muy olvidada hoy porque no se puede medir. Estas casas se sitúan en un rellano estrecho, alargado, y elevado, entre los árboles ya existentes y que se quisieron conservar como un patrimonio de lujo. Los volúmenes en cambio no buscan exhibirse sino al contrario, casi se puede decir que la casa no tiene fachada, colocándose y extendiéndose en las zonas que la naturaleza aparentemente le permite. Se esconde en ella. Esta opción genera una gran diversidad de pequeños lugares en las casas y su entorno, donde el enlace entre ellos se convierte en el hilo de diseño. Diferentes espacios entrelazados, suficientemente conectados e íntimos a la vez. La diversidad de proporciones, vistas, detalles, tonos de luz y materiales? hacen que vivir en ellas resulte emocionante.

Este primer estadio de diseño debe complementarse con unos materiales y sistemas constructivos idóneos. Deben ser acordes y armónicos con los espacios, pero también deben ser lo más sostenibles posible. Entramos en la bioconstrucción, materiales sanos y que generen el mínimo de energía en todo su proceso vital (producción, transporte, colocación, uso, y reciclaje o reutilización). Las casas se construyeron con una batería de bioproductos y sistemas que generan un aire interior sano, y bajan la demanda de energía activa para climatizar.

El tercer punto que se complementa es la eficiencia en el uso. Esta depende de las soluciones bioclimáticas adoptadas y consecuentemente de las instalaciones activas incorporadas especialmente para tratamiento de agua, iluminar, y climatizar. Entre todas las soluciones incorporadas, lo más singular es un sistema capilar de radiación a bajas temperaturas gestionado con una central que optimiza las necesidades energéticas y los excedentes, apoyado con una geotermia y con captadores solares.

Tanto los sistemas constructivos como las implementaciones de instalaciones singulares son elementos que no se ven, pero se percibe la calidad cuando se vive el espacio. Lo más interesante de estas casas es la correcta proporción de los tres estadios de diseño eficiente que consiguen llegar a los estándares ´passiv house´. No olvidemos que la arquitectura impone un estilo de vida. La verdad es que constatar como los propietarios disfrutan su casa resulta de lo más gratificante, porque al final es este el objetivo.