Cientos de vecinos del municipio de Cox participaron ayer en la romería para trasladar la imagen de San Isidro Labrador desde el convento de la Virgen del Carmen hasta la pequeña ermita consagrada al santo, ubicada en la sierra, junto a la antigua cantera. Se trata de un evento que se celebra año tras año entre la devoción y la fiesta y que recuerda sus raíces huertanas, que siguen muy presentes entre los cojenses.

La celebración comenzó con una misa de campaña en la glorieta que estuvo seguida de la romería, donde la imagen del santo se colocó en un trono tirado por un tractor. Aunque el municipio ya no vive de la agricultura como tal, sigue muy ligado a ella a través de la principal actividad económica local, que es la distribución y comercialización de fruta y verdura.

Los vecinos participaron en el pasacalles bailando jotas y otras canciones al ritmo de charanga. El Ayuntamiento repartió refrescos y gorros de paja durante el desfile, pero no bebidas alcohólicas como cerveza, tal y como se hacía hasta hace unos años. Con ello se pretendía evitar que algunos de los vecinos, y sobre todo jóvenes menores de edad, comenzaran la romería en estado de embriaguez, tal y como señaló el alcalde, Paco Cámara.

Ya en el paraje de la sierra, las diferentes familias y grupos de amigos compartieron paellas, barbacoas y bailes en la carpa municipal, donde estaba prevista la actuación del coro rociero «Arte Payá». Antes del anochecer se realizó la procesión de bajada del santo con más alegría todavía que por la mañana. El broche final lo puso un castillo de fuegos artificiales.