n Carlos Ramírez presidió ayer el pleno que puso fin a su carrera política. Lo hizo obligado por la oposición (PIPN, PSOE y PP), que forzó una sesión extraordinaria para dar cuenta del fallo condenatorio que lo inhabilita para cargo público durante ocho años y medio por prevaricación administrativa. La sesión duró menos de tres minutos, pero fueron suficientes para evidenciar que estaba ciertamente nervioso. Era su despedida tras siete años en el cargo. Ramírez se esforzó en demostrar lo contrario, pero no pudo evitar que le temblara la voz al decir que se marcha «muy tranquilo» porque «se queda gobernando quien lo merece».

En la sesión sólo intervino el secretario y el alcalde. Ramírez se negó a dar voz a la oposición, que quedó silenciada. La sentencia que condenó al alcalde fue dictada en noviembre de 2017 por el juzgado de Lo Penal 1 de Orihuela, y lo curioso es que ha tardado cinco meses en abandonar el cargo a pesar de que la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, en su artículo 6, establece que en los casos de inhabilitación no es necesario que la sentencia sea firme (como es el caso) para que sea de aplicación. De hecho, la Fiscalía Anticorrupción ha abierto diligencias para investigar por qué no se ha marchado durante todo ese tiempo. Ayer el regidor explicó por qué no se ha ido antes. «Yo no estaba resistiendo por otro motivo que porque se quedaran los que lo merecen, me voy tranquilísimo», dijo Ramírez. Asimismo consideró que es expulsado de la política «porque hay una sentencia completamente injusta», recordando que su condena en primera instancia ha sido recurrida en la Audiencia Provincial. «En esta país ocurre una cosa y es que si mi recurso en la Audiencia sale bien y me absuelven, me habré marchado siendo inocente». La condena de Ramírez se impuso por haber concedido a un club deportivo subvenciones por unos 195.000 euros omitiendo el procedimiento previsto en la normativa. Fue él quien pidió que se ejecutara el fallo antes de que se resolviera su recurso en la Audiencia. Sin saberlo, había cavado su tumba política.