La clausura de los chiringuitos de playa de Orihuela ha levantado una gran polémica en redes sociales. El cese de actividad no implica solo el cierre de los 11 kioskos en los que se servía comida y bebida. La empresa también se ocupaba de mantener los aseos, dar servicio de hamacas y sombrillas, patinetes de agua y otras actividades náuticas que ahora han quedado suspendidas.

La edil Luisa Boné aseguró que se está terminando de redactar el pliego de condiciones técnicas para contratar el servicio de nuevo. Después habrá que redactar el pliego administrativo desde el departamento de Contratación, aprobarlo todo en junta de gobierno y abrir el proceso de licitación. Aunque se hará por vía exprés mediante un procedimiento con carácter de urgencia, la concejala valoró que será prácticamente imposible que el servicio esté operativo antes de la segunda quincena de junio. Llegados a este punto, el trabajo se centra ahora en intentar asegurar que todo vuelva a la normalidad en julio.

Toda esta situación ha causado malestar en el gobierno bipartito (PP y Cs). Sin embargo, de puertas para afuera se pretende dar una imagen de normalidad hasta el punto de que el portavoz municipal, Rafael Almagro, consideró ayer que «no hay responsables» por estos hechos y lo que procede es buscar soluciones para que en el periodo estival «esté todo en orden».