Los técnicos del Ayuntamiento de Torrevieja ha estimado como «favorable» la evaluación ambiental y territorial estratégica para la construcción de dos torres de 26 alturas junto al parque de Doña Sinforosa, en la bahía, al sur del casco urbano. Ese epígrafe técnico describe el principal instrumento urbanístico que debía obtener la promotora Baraka para levantar los dos primeros rascacielos en la ciudad -82 metros de altura para cada torre-. La resolución fue validada por el alcalde José Manuel Dolón (Los Verdes) a finales de marzo.Una iniciativa polémica, por el impacto visual de esas edificaciones sobre la bahía y la trama urbana de una ciudad caracterizada por su crecimiento en horizontal, de viviendas unifamiliares y adosados y bloques de seis alturas. Muy pocos inmuebles pasan ahora de los 30 metros.
Desde el punto de vista comercial la firma del empresario de origen oriolano, Trinitario Casanovas, tiene ahora seguridad jurídica para promocionar y vender los pisos y áreas comerciales en los accesos, aunque las publicita desde hace casi dos años como si el proyecto estuviera autorizado. De hecho, llegó a realizar un intento, que fracasó, de patrocinio de actos de las fiestas locales de la Virgen del Carmen, mucho antes de que el expediente urbanístico estuviera en análisis. La resolución debe exponerse ahora al público en el Diario Oficial de la Generalitat.
La empresa presentó el procedimiento en el verano de 2016. El documento recoge algunos requisitos por parte de distintas administraciones que han emitido informes sectoriales. En especial, la dirección general de Costas, que aplaza las medidas correctoras a la fase posterior de construcción de los propios bloques -considera que no afectan al dominio público del canal del Acequión y la bahía-.El proyecto fue bautizado como «Torres Sinforosa», en alusión al paraje tradicional de la finca, que da nombre a uno de los parques más singulares de la ciudad, aunque también aparece ahora como «Torres Baraka». Ocupará 32.000 m2 de uno de los solares más apreciados del casco urbano.
A debate
Debe salvar ahora dos escollos importantes. En primer lugar: la aprobación del estudio de detalle, donde se concretan las características específicas de la edificación, y que debe pasar por junta de gobierno y aprobación del pleno. La coalición de gobierno, presidida por un alcalde ecologista y que rechazó de plano cuando era oposición la modificación del urbanística que avala la construcción en altura, no cuenta con mayoría. Pero en este caso el primer edil se ha limitado a seguir la tramitación de un procedimiento reglado para un proyecto que está avalado en el planeamiento. El PP tiene complicado oponerse en este caso. Las dos modificaciones del PGOU que permiten legalizar la construcción en vertical en determinados suelos fue impulsada por el alcalde Pedro Hernández Mateo y avalada en los últimos años por Eduardo Dolón y el que fuera concejal de Urbanismo, Francisco Moreno. Con unos derechos adquiridos por parte del promotor difíciles de eludir legalmente.
En segundo lugar: la empresa debe acreditar que la mitad de la promoción se destinará a uso hotelero. Porque el principal argumento para que la Generalitat aprobara la libertad tipológica -el Consell no lo veía claro y tardó casi una década en autorizar el cambio- es que incentivaba la creación de nuevas plazas hoteleras: el 50% de la edificabilidad debe tener ese destino. La demanda y necesidad de nuevas plazas hotelero es reducida en la ciudad porque la oferta de apartamentos con vocación de alojamiento turístico es brutal: más de 70.000 viviendas disponibles. Que esa dificultad-la escasa rentabilidad de un hotel- preocupa a Baraka lo indica que su publicidad habla ya de «apartamentos hoteleros» en vez de un hotel.
