Los propietarios de la torre vigía de Pilar de la Horadada, construida en el año 1591, siguen sin permitir que los técnicos de la Conselleria de Cultura accedan a su interior para evaluar su estado de conservación. Según ha informado hoy el Ayuntamiento, el pasado lunes, 9 de abril, los técnicos municipales y de la administración autonómica se desplazaron hasta Torre de la Horadada acompañados de los ediles de Cultura e Infraestructuras, Trinidad Escarabajal y José Francisco Albaladejo, pero se encontraron con la finca cerrada a cal y canto.

Fuentes municipales han asegurado que la familia propietaria de la atalaya fue requerida por la Consellería de Cultura para facilitar el acceso al interior del edificio, "pero una vez más se niegan a dejar a los técnicos a que realicen su trabajo".

"Tras realizar una inspección desde el exterior, tanto el técnico de Consellería como los del propio Ayuntamiento, coincidieron en resaltar el estado de deterioro en que se encuentra la torre vigía, y determinaron que convenía extrapolar la situación al interior".

Por ese motivo, la Policía Local se desplazó hasta la torre y al comprobar que no fue posible el acceso y que ningún propietario se personó a la cita de Consellería, se abrió diligencia dando constancia de ello.

Desde el Ayuntamiento de Pilar de la Horadada aseguran que seguirán trabajando para que sea rehabilitada y se encuentre en optimas condiciones además de poder ser visitada por todos.

La atalaya se erigió en el siglo XVI como una de las fortificaciones del Reino de Valencia para la defensa del territorio contra los ataques de los piratas berberiscos hasta que a finales el siglo XIX fue vendida en subasta pública al conde de Roche. El edificio es un Bien de Interés Cultural y, según la Ley de Patrimonio Valenciano, se debe de abrir a visitas al menos cuatro veces al mes. Pero la familia que ostenta hoy el título nobiliario se ha negado hasta el momento y mantiene en absoluto secreto su contenido, según critican desde el Ayuntamiento. La situación recuerda a la que se vivió durante años en A Coruña con el Pazo de Meirás, propiedad de la familia Franco.

Mientras tanto, al sur de Alicante crece la preocupación al ver cómo se degrada cada vez más la finca y el torreón, que han sido testigos durante siglos de la historia del municipio y que suponen hoy una seña de identidad a la que los pilareños no están dispuestos a renunciar.