Desfilaron el Cristo de la Salud y Nuestro Padre Jesús de la Caída, pero las lágrimas de la procesión del Martes Santo en Torrevieja tienen rostro de mujer. Rostro de la Dolorosa, acompañada siempre por la Cofradía de San Juan como es preceptivo. Rostro de La Verónica que lleva eternamente suspendido en sus manos el lienzo Santo de la Divina Pasión de Cristo. Un desfile que se acerca en su recorrido a la mar bordeando el paseo de las palmeras y que, más allá del relato de las tallas, muy queridas en Torrevieja por ser decanas de su Semana Santa, invitan a un mensaje menos a la vista y que tiene en las mujeres a su protagonistas absolutas.

Porque mujeres son las gestoras de esa otra Semana Santa de letra pequeña que tiene forma de iniciativa empujando a pequeños y mayores a participar. Forma de telas de raso, de modistas y de costuras del difícil dobladillo de capas de capirote que pasan de padres a hijos. De ajustar las economías de la casa para comprar el capirote del chico, o los caramelos que repartirán los cofrades a lo largo de todo el recorrido convirtiendo en dulce los momentos trágicos de la Pasión. Son mujeres las que a veces piden prestado el atuendo que llevarán los pequeños en el enjambre infantil que precede a cada trono, las que compran chocolates para agradar aún más al espectador procesional, las que encargan (o hacen ellas mismas) la repostería en miniatura para sorprender con una «madalenica» o «una monica» al que se da el plantón para ver pasar la procesión.

Son las protagonistas de esa otra Semana Santa que no se ve, pero se enseña en las casas cuando en noches como la de ayer, esperan con los niños en la calle el lento discurrir de las cofradías y convencen a los más remisos hablándoles de los caramelos que con toda seguridad van a conseguir si tienen un poco de paciencia y se portan bien. Y van haciendo así más Semana Santa.

Vídeo de la procesión a su paso por la calle Concepción: