El cielo lloró ayer la angustia Nuestra Señora de los Dolores. Una fina capa de lluvia retrasó el inicio de la procesión de «Las Mantillas» en Orihuela, que esperaron pacientemente a pesar del frío y protegidas con paraguas a que el tiempo diera una tregua. Y la tregua llegó en poco más de media hora, cuando los tambores de la Convocatoria anunciaron que el desfile vespertino del Domingo de Ramos estaba listo para recorrer el casco histórico. Fueron más de 350 mujeres las que se integraron en la procesión pasional vestidas de riguroso negro. Las primeras arropando al Cristo de las Santas Mujeres, una talla de la década de los 90 obra de José Vázquez que es portada a hombros por costaleros. Su trono es de lo más sencillo, con barras de metal y un discreto adorno de flores lilas, el color de la penitencia y el sufrimiento, dejando todo el protagonismo al crucificado. Después llegó el turno de la Dolorosa, una talla de que data de 1943, obra Federico Coullaut-Valera. Como manda la tradición, el desfile lo cerró el ejército romano de Los Armaos.