Bernardo Mínguez Parodi ha aceptado el ofrecimiento de la Asociación Hijos de la Inmaculada para retirar la mantilla de luto a la patrona de Torrevieja el 1 de abril, durante la Procesión del Domingo de Resurrección, y lo hizo a través de un comunicado en el que aseguraba que se había enterado de su elección por la Prensa. Y, al parece, ha contestado por el mismo medio. Su familia ha protagonizado este acto desde hace casi 80 años de los que él ha sido el encargado en 46, hasta 2008, cuando delegó en su hijo. La decisión de la junta directiva de ser ella a través de una comisión quien anualmente diga quién debe retirar el velo ha abierto un cisma que no parece cerrado a tenor de lo que Bernardo Mínguez dice en su escrito: «Tened la certeza de que no renuncio al ejercicio de los derechos que entiendo me asisten y que me propongo seguir ejercitando con esperanza en las personas de bien, en la justicia y en la Iglesia, de quien soy fiel hijo desde hace sesenta años».

En el comunicado hace referencia a un reglamento que había aprobado la junta directiva antes del 15 de enero, del que, afirma, es «conocido únicamente por mor de lectura de viva voz durante la Asamblea General, celebrada el 13 de febrero. Aunque resulte increíble en España en 2018, se trata de un reglamento al que no se le conoce versión escrita. La práctica democrática de entidades exige remitir con antelación los documentos que se pretenden aprobar a quienes han de tomar la decisión». Aquella asamblea sirvió para modificar la tradición de la mantilla.

Bernardo Mínguez recuerda que fue uno de los precursores el 12 de febrero ante el Obispado de una iniciativa para suspender dicha asamblea, entablar un canal de diálogo y «resolver la controversia provocada al pretender romper una tradición de cerca de ochenta» años. También admite que registró en marzo otro escrito al obispo impugnando la asamblea, «por considerar que fue convocada y se desarrolló incumpliendo preceptos fundamentales de los estatutos» de Hijos de la Inmaculada.

Y se refiere al hecho de que han recogido 1.500 firmas y numerosas muestras de «afecto, solidaridad y apoyo» por su iniciativa. A todas estas personas anima a «no ceder, pues más allá de los hechos, en estas semanas trufadas de amargura, he llegado a una conclusión: lo que aquí está en juego son los valores, no los hechos. Valores cristianos y también valores cívicos. No puedo echarme a un lado. Mi cruz es esta. La acepto y la llevaré conmigo con paciencia y hasta con alegría, pues si la verdad resplandece, habré contribuido como un humilde instrumento». Y recuerda que en una reunión con el Obispado se acordó «dejar en suspenso la aplicación de todo acuerdo sobre la retirada de la mantilla, actualizar el censo de la asociación y promover una nueva asamblea al objeto de determinar quién o quienes, en lo sucesivo, darían continuidad» a la tradición.