El patrimonio histórico más valioso que mantiene Pilar de la Horadada está cerrado bajo llave. La torre vigía sólo puede ser contemplada desde el exterior y son muy pocos los vecinos que han tenido el privilegio de comprobar qué se esconde entre sus muros. Se erigió en 1591 como una de las fortificaciones del Reino de Valencia para la defensa del territorio contra los ataques de los piratas berberiscos hasta que a finales el siglo XIX fue vendida en subasta pública al conde de Roche. El edificio es un Bien de Interés Cultural y, según la Ley de Patrimonio Valenciano, se debe de abrir a visitas al menos cuatro veces al mes. Pero la familia que ostenta hoy el título nobiliario se ha negado hasta el momento y mantiene en absoluto secreto su contenido. La situación recuerda a la que se vivió durante años en A Coruña con el Pazo de Meirás, propiedad de la familia Franco. Mientras tanto, al sur de Alicante crece la preocupación al ver cómo se degrada cada vez más la finca y el torreón, que han sido testigos durante siglos de la historia del municipio y que suponen hoy una seña de identidad a la que no están dispuestos a renunciar.

La torre vigía y la casa anexa se ubican en una imponente finca con vistas al mar Mediterráneo. Dispone incluso de una escalera privada que da acceso a la playa del Conde. El torreón dispone de planta baja, dos pisos y una terraza con una garita de seguridad. El aspecto global de esta parcela es de absoluta decadencia. Sus ventanas de madera verde están desvencijadas y el escudo heráldico que la corona muestra evidentes signos de deterioro. La valla metálica que la bordea está vieja y oxidada. El muro que la sostiene, agrietado y con socavones. De los jardines que un día fueron un vergel solo quedan rastrojos silvestres y algunas palmeras descuidadas. La pintura del patio amurallado se va desconchando. Las puertas de acceso están cerradas, el timbre no funciona y sólo existe un elemento que haría pensar que vive alguien allí: una antena de televisión. Los lugareños cuentan que durante la mayor parte del año nadie habita esta casa y los propietarios sólo van de vacaciones durante algunas semanas en verano. A pesar de su estado, desde 1995 la torre está inscrita en el Registro General de Bienes Inmuebles de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español.

La Dirección General de Cultura y Patrimonio de la Generalitat admite que los descendientes del linaje están poniendo trabas al acceso de los técnicos que deben revisar el estado de conservación de la torre para determinar si precisa obras de consolidación o restauración que garanticen su estado de conservación. Según fuentes de la administración autonómica, la petición de acceso se cursó hace ya cuatro meses pero la torre vigía sigue cerrada a cal y canto. La inspección debería de servir asimismo para analizar y determinar la posibilidad de que el inmueble pueda ser visitado, tal y como establece la ley que en estos momentos no se está cumpliendo.

La torre vigía de Pilar de la Horadada fue inspeccionada por técnicos de la dirección general el 29 marzo de 2016 y se emitió un informe que aseguraba que el BIC cumplía el nivel de conservación. Pero ya han pasado dos años y nadie ha vuelto a entrar. La directora de Cultura en el municipio, María García, es una de las pocas vecinas que tuvo el privilegio de acceder una vez. Fue en el año 1996 durante una de las inspecciones para comprobar el estado de conservación. Desde entonces no lo ha vuelto a conseguir. Aunque no puede precisar cómo se encuentra por dentro, tiene claro que si de ella dependiera ya habría elementos que se habrían restaurado, como el escudo heráldico exterior de la familia Roche. Lo cierto es que en los últimos dos años nadie sabe si se ha realizado algún tipo de obra en el interior de la finca. Lo único que tiene claro la Generalitat es que desde 2016 no se ha autorizado ningún trabajo de reforma en la torre ni en la casa anexa. «Se desconoce si se ha realizado alguna obra a partir de ese año, cuando se hizo la última inspección», sostienen desde la Generalitat.

La concejala de Cultura del municipio, Maria Trinidad Escarabajal, apunta que aunque se está incumpliendo la ley que obliga a abrir la torre a visitas, los propietarios sí disfrutan de importantes privilegios fiscales. Para empezar, no pagan el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) de esta finca al tratarse de un Bien de Interés Cultural. Al respecto, la edil sostiene que «se acogen a los privilegios pero eluden sus obligaciones».

Escarabajal explica que en diversas ocasiones se ha intentado negociar con los propietarios para volver a dar vida a la parcela con un uso público. Asegura que el Ayuntamiento está incluso dispuesto a financiar los arreglos que se necesiten a cambio de que los visitantes puedan acceder a la torre vigía. No de forma libre, sino mediante visitas organizadas y asumiendo toda la responsabilidad el Ayuntamiento, pero la respuesta siempre ha sido negativa. «Los jardines también se podrían arreglar y permitir, por ejemplo, organizar en ellos algunos actos culturales», añade. Eso es algo que apoyan igualmente los vecinos que, a través de un colectivo, llevan meses recogiendo firmas para conseguir tener acceso a este patrimonio amparándose en la legislación valenciana. Por ahora, seguirá siendo una torre prohibida, aunque el final de esta historia está por escribir.