Guardamar del Segura retrocedió ayer 114 años. Concretamente se situó en 1904, recién comenzado el siglo XX, con una sociedad muy diferente a la actual, pero con una misma preocupación : la repoblación forestal de las dunas. Fue el ingeniero de Montes, Francisco Mira y Botella, quien tuvo que ingeniar un sistema para que las arenas, empujadas por el viento de levante, no sepultaran la que entonces era la nueva ubicación del casco urbano de Guardamar, ubicado allí tras los terremotos del siglo XIX que destruyeron totalmente el asentamiento situado en el cerro del castillo. Se puso manos a la obra, junto a los vecinos que se volcaron en ayudar y bajo la inspección de su maestro, el ingeniero Ricardo Codorniú, para plantar miles de árboles y plantas que frenaran, de una manera natural, el movimiento de las dunas. Y lo consiguieron con la que hoy es la pinada de Guardamar.

Ayer, 114 años después, volvió a vivirse la misma historia. Un caracterizado ingeniero Mira, promotor de la repoblación, se dirigió al pueblo para inaugurar la primera Fiesta del Árbol, con el discurso original del verdadero, junto a la bisnieta del ingeniero Codorniú, que se desplazó a Guardamar. Hasta el parque Alfonso XIII, la pinada, acudieron muchos niños y la banda de música, como en aquella Fiesta del Árbol de hace más de un siglo que recuerda una de las fotografías que se conservan de aquella época, y que ayer volvieron a repetir en el mismo lugar donde empezó todo.

En los actuales viveros de la Generalitat, en plena pinada, se repartieron cientos de árboles para ser plantados por las familias que no quisieron perderse este evento. Abuelos y nietos, padres e hijos, todos quisieron poner su granito de arena para celebrar una de las primeras conmemoraciones del Día del Árbol que se recuerdan en toda España, y que sirvió de homenaje a aquellos que ayudaron a retener el avance de las dunas hacia las casas y tierras de cultivo y a dejar ese rico patrimonio natural. Los que ayer asistieron, más de 150 personas, empezaron a hacerlo posible, como los escolares que la pasada semana también plantaron docenas de árboles en la pinada. Quienes representaron el acontecimiento fueron vestidas de trajes de época, dando realismo a la cita.

Pero la repoblación de las dunas no fue algo sencillo. Una plaga de langostas amenazó el duro trabajo iniciado por el ingeniero Mira y los vecinos de Guardamar. En aquellos tiempos, con escasos recursos, no quedaba otra que tirar de imaginación y de iniciativa. Así, se les ocurrió luchar contra esa plaga con una tela que sujetaron los propios vecinos formando un círculo cerrado, en cuyo interior pusieron a un grupo de pavos para que se comiera las langostas. Fue muy efectivo y las aves acabaron con estos insectos, algo que ayer también se representó.

Han pasado 114 años y ese ingenio de contención de las dunas, que es la pinada, sigue en pie, aunque necesita una reforestación importante que llegará en pocos meses una vez que se ponga en marcha el proyecto que financiará la Generalitat con 1,4 millones de euros en dos años. Se retirarán todos los árboles secos y muertos y se hará una limpieza a fondo, además de una gran repoblación, que recordará a aquellos antecesores que, con tan pocos medios, salvaron a un pueblo de su desaparición bajo las dunas.