Aunque lleva más de 45 años viviendo fuera de Orihuela, Sor Cristina Antolín Tomás tiene claras cuáles son sus raíces, que no son otras que los juegos que compartía en la Plaza Nueva, los paseos por los puentes o el Día de Reyes en La Glorieta, recuerdos que le hacen esbozar una sonrisa. Hacía años que no visitaba Orihuela, la localidad que la vio nacer en 1958. Ella no olvida su ciudad, y su ciudad tampoco se olvida de ella, y así se lo reconoció ayer la Junta Directiva del Ateneo Cultural Casino Orcelitano, que le otorgó el galardón de «Oriolana Ausente», convirtiéndose así esta religiosa en la primera mujer que lo obtiene en sus tres ediciones.

Un vídeo realizado por una televisión sobre su vida como médico y misionera en África, donde pasó 32 años dedicados a los demás, abrió el homenaje, en el que recibió una placa conmemorativa.

Sor Cristina, emocionada a la vez que agradecida, se volcó con los agradecimientos y repartió una sonrisa tras otra, como aquellas que regaló a los que peor lo están pasando en el Congo y Camerún, los países donde ha desarrollado su carrera religiosa y donde aprendió medicina.

La dominica nos atiende sin abandonar esa sonrisa y nos reconoce que «no me esperaba este reconocimiento, es de gran emoción y es volver a mis raíces, a mis recuerdos de niña, a los valores que recibí aquí, y muy agradecida de que mi pueblo piense en mí y reconozca lo que estoy haciendo por la humanidad».

Sor Cristina llegó ayer a Orihuela y apenas tuvo tiempo de recorrer la ciudad por lo ajetreado de su agenda, pero tras muchos años sin pisar la localidad, dice que «la he visto muy cambiada», pero a mejor, apostilla. La religiosa dejó Orihuela a los 14 años, pero no ha dejado de recordar los buenos momentos de juventud que pasó aquí. Dice añorar «esos paseos por la Plaza Nueva y la Glorieta, me encantaba sentarme en sus bancos, el día de Reyes en la Glorieta... son recuerdos que tengo con encanto».

Quiere olvidar los horrores de la guerra en el Congo, donde estuvo en la misión de Isiro, antes de pasar a la capital de Camerún, Yaundé, donde dirigió el Hospital San Martín de Porres. Hace unos años que vive en Madrid, donde es la superiora general de la Congregación Santo Domingo. Lamenta haber ido pocas veces a Orihuela aunque «tengo pensado venir más frecuentemente a ver a mi familia» porque señala que «llevo a Orihuela en mi corazón».