Un año más la tradición volvió a inundar el popular barrio de San Antón de Orihuela para celebrar su festividad. Las calles del barrio se llenaron de coloridos puestos de golosinas y dulces y la feria con atracciones para los más jóvenes tampoco podía faltar. Un día de intensa actividad en el barrio oriolanoatraídas por los eventos que se organizan en torno a las fiestas de San Antón y por el buen tiempo que acompañó toda la jornada, con un sol radiante que permitió disfrutar del día.

La jornada se inició pronto, a las 9 de la mañana con la tradicional «Despertá», que dio paso a la misa en la ermita, que contó este año con la actuación de un grupo rociero. Después el protagonismo se lo llevaron los animales en el que es uno de sus días. Hasta las puertas de la ermita se congregaron docenas de personas acompañadas de sus mascotas a la espera de ser bendecidas por el párroco. Una a una las fue bendiciendo en busca de buena salud y crecimiento para sus animales de compañía bajo la atenta mirada de San Antón, el patrón de los animales, cuya imagen se colocó a la entrada de la ermita.

Los perros fueron, un año más, los más numerosos, pero no sólo había canes, también se pudo ver a muchos gatos, a pájaros como canarios, periquitos o ninfas, algún roedor, camaleones y hasta un burro que es incondicional de esta fiesta y que a la vista de su buen estado de salud la bendición que recibe cada año le sienta muy bien. Unos llevaron atadas a sus mascotas, otros optaron por transportines y jaulas y alguno llevaba su mascota en el hombro o en su regazo, pero ninguna se quedó sin recibir la bendición.

Muy cerca de allí, una preciosa cerda con manchas negras y sus lechones acaparaban todas las miradas, sobre todo las de los más pequeños. Es el animal que se sortea cada año en la tradicional rifa del cerdo de San Antón.

Mercadillo

La jornada matinal fue aprovechada por los oriolanos y visitantes también para hacer sus compras en el mercadillo que se instala cada año en el barrio. Triunfan los palmitos, los dátiles, el pan de higo, el turrón de panizo (elaborado con palomitas de maíz y caramelo) y, por supuesto, las bolas de San Antón a base de azúcar, agua y cremor (bitartrato de potasio). Estas esferas de caramelo se venden por cientos en este día, tanto las de color rojo que llevan un colorante de «fuchina», como las amarillas, si el caramelo se ha cocinado sin tintes alimentarios, aunque el sabor de ambos no varía. Pero también se podían encontrar turrones y dulces navideños, por aquello de que «hasta San Antón, fiestas son».

La feria situada a la entrada del barrio también congregó a muchos jóvenes que no dudaron en subirse a las diferentes atracciones, para todo tipo de gustos. Los más pequeños también quisieron llevarse un recuerdo de este día de los puestos en los que se vendían todo tipo de juguetes y peluches.

De romería a feria

Las fiestas de San Antón tienen su origen en la romería que se celebraba cada 17 de enero, festividad del patrón de los animales, en este popular barrio de Orihuela, situado a los pies de la sierra oriolana y en pleno Palmeral histórico. Sus inicios se remontan al siglo XVII. Uno de los elementos más singulares de los festejos es la rifa del cerdo y su camada, para lo que los visitantes deben adquirir boletos. La recaudación del sorteo se destina a la financiación de las actividades de la parroquia, que desarrolla programas de ayuda a personas en riesgo de exclusión.

Una tradición que ha evolucionado e ido a más hasta convertirse en la gran feria que es hoy.