Orihuela está más preparada que hace un año para actuar en caso de catástrofe medioambiental como pueden ser unas fuertes lluvias e inundaciones. La localidad las sufrió en diciembre de 2016 y, a pesar del gran esfuerzo realizado entonces por los cuerpos y fuerzas de seguridad y emergencias y el Ayuntamiento tras desbordarse el río Segura, se puso de manifiesto que había una serie de carencias en materia de coordinación y de comunicaciones que ya han sido solventadas para que en una situación similar se pueda actuar con total efectividad.

El principal problema encontrado hace casi un año fue la saturación de la red telefónica de la Policía Local. Ese 18 y 19 de diciembre del año pasado se recibieron cientos de llamadas y muchas de ellas ni siquiera pudieron ser atendidas por no disponer de suficiente capacidad las líneas policiales. El Ayuntamiento, a raíz de esto, ha instalado cuatro terminales telefónicos más en la centralita de la Policía Local, lo que permite recibir y atender más de 50 llamadas en menos de 5 minutos.

Ayer, precisamente, se probó su funcionamiento con el simulacro que se realizó en la ciudad de un episodio de fuertes lluvias torrenciales y riesgo de inundación, similar al que ocurrió de verdad esos días de diciembre de 2016. La experiencia fue satisfactoria y hubo una coordinación total entre la centralita policial y el Centro de Coordinación Operativa Municipal (Cecopal) que se instaló en el salón de plenos del Ayuntamiento y donde participaron miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad y de emergencias como bomberos, Policía Local, Nacional y Autonómica, Guardia Civil, Protección Civil y Cruz Roja, junto con personal del Hospital Vega Baja y diferentes técnicos municipales.

Otra de las mejoras al plan de emergencias es la mejor coordinación y el establecimiento de turnos de trabajo de no más de 8 horas «para evitar el cansancio y agotamiento de los efectivos», dijo el edil de Emergencias, Víctor Valverde.

El simulacro incluyó el riesgo de inundación en las zonas de Orihuela donde más problemas suelen encontrarse con fuertes lluvias como El Escorratel o el Barrio de Mariano Cases, donde se evacuaron a varias familias tras desbordarse el Segura en 2016. «Gracias a la experiencia real del año pasado nos ha permitido el perfeccionamiento y la mejora de todos los protocolos, corrigiendo cualquier fallo que pudiera haber», explicó el alcalde, Emilio Bascuñana.